CATEDRAL DE AVILA.

 

CATEDRAL DEL SALVADOR (Ávila).


Sólida, majestuosa, con carácter defensivo, así veo la catedral de esta pequeña ciudad castellana. Sus obras duraron más de trescientos años comenzándose en el último cuarto del siglo XII. Estas obras comenzaron, como siempre, por la cabecera. El templo que vemos se construyó sobre otro románico menor erigido poco más de un siglo antes. Es considerada la primera catedral gótica de España.



 
Se concibió como templo y fortaleza. Su cabecera forma parte de la línea defensiva de la ciudad. A continuación, os propongo un plano de la catedral con sus principales elementos:




Antes de entrar veremos el llamado cimorro (parte exterior de la cabecera integrada en la muralla), su fachada y sus dos puertas con su curiosa historia o leyenda.

El cimorro se encuentra entre las Puertas del Alcázar y del Peso de la Harina de la muralla. Con un lienzo que oculta los absidiolos es considerado el elemento defensivo más fuerte y su custodia corría a cargo de la nobleza más alta de la ciudad. 

Tiene un paso de ronda sobre un largo matacán protegido por almenas. Sobre este adarve existen dos barreras almenadas más.

La tradición dice que fue en este lugar donde un niño Alfonso VII se mostró a su padre al aragonés Alfonso I ante la desconfianza de los abulenses. El Batallador, contrariado, ordenó ejecutar a sesenta rehenes.




El templo cuenta con dos portadas, al norte y al Oeste. La portada  Oeste (por la entraremos) no es el pórtico original, más tarde os contaré qué paso con la original. Consta de un arco de medio punto decorado con medallones o motivos florales. Se complementa con una sucesión de arquivoltas apuntadas apoyadas en unas finas columnas.

En las jambas encontramos la presencia de Gog y Magog (con porra) dos bestias tosca y posteriormente grabadas en granito parecen custodiarla entrada. Me recordó la portada del Palacio de Morata en Zaragoza.

Elevamos la mirada, un poco más arriba encontramos una balaustrada con varios nichos vacíos (recuerdo que en estas hornacinas hace unos años se encontraban una serie de santos relacionados con la ciudad: S. Vicente, Sta. Sabina, S. Segundo... Es posible que se encuentren en período de restauración). Y más arriba aparece la imagen de El Salvador al que está advocado el templo y, encima el escudo catedralicio. Por encima de todo ello, la figura del Arcángel S. Gabriel.




La portada debería estar  flanqueada por dos torres, pero solo se tenemos una. En esta única torre podemos observar algunos detalles y curiosidades como su terminación almenada o ver que solamente su primer tramo está construido en románico. Previa cita podremos subir a lo alto (113 escalones) y visitar la llamada Casa del Campanero.





Bien, anteriormente escribí que esta portada no es la primigenia. Para ver la original deberemos ir al muro Norte donde fue reubicada tras desmontarse. El porqué: un caprichoso obispo que deseaba que estaba principal puerta principal medieval mirase hacia su palacio episcopal. Es la llamada Puerta de los Apóstoles por las doce figuras existentes en las jambas. Como podemos ver el espacio destinado es menor a la portada por lo que dos de los apóstoles fueron colocados sobre el muro. El arco no es de medio punto, es de carpanel.

En el tímpano se expone el Juicio Final con un Cristo en mandorla rodeado de ángeles con incensarios. Por debajo, algunas escenas de la pasión. Las arquivoltas complementan ese Juicio Final con alusiones a la resurrección de los muertos, la condena a los pecadores o los Ancianos del Apocalipsis. En las enjutas, en todo lo alto, una esquemática Anunciación con el Arcángel S. Gabriel y la Virgen María.





Al cruzar el umbral dejamos atrás la sobriedad y fortificación exterior dando paso a la verticalidad, al ligero y luminoso gótico, pero también con algún toque renacentista. No en vano se aúnan en este edificio muy diferentes estilos e influencias.

Las tres naves tienen igual anchura siendo la central de mayor alzada. Esta diferencia de altura se aprovecha para dar luminosidad mediante paños de vidrieras. Está cubierta con bóvedas de crucería cuyos nervios descansan en semicolumnas adosadas a los muros de separación con refuerzo de arcos fajones apuntados.




Me dirijo directamente a la cabecera que fue realizada con aquella piedra sangrante (arenisca ferruginosa de esta zona llamada así por el óxido de hierro que contiene) que ya vimos  en la Basílica de S. Vicente.





 La capilla mayor es poligonal y sus vanos son geminados (un rastro del Románico inicial). Tiene un magnífico retablo de principios del siglo XVI. En su parte inferior, como algo significativo, encontramos (mezclados) a los cuatro Evangelistas y a los cuatro Padres de la Iglesia (S. Ambrosio, S. Agustí, S. Ambrosio y S. Gregorio Magno).




La catedral con una muy interesante girola también de su primera etapa constructiva. La iluminación en penumbra le da un aire medieval que cautiva sobre todo si la visitas sin demasiados turistas. De doble deambulatorio, posee nueve capillas. 



El trasaltar está dedicado al sepulcro de un obispo del siglo XV: Alonso de Madrigal o El Tostado. De arriba a abajo podemos ver a Dios Padre, la Natividad, el viaje de los Reyes Magos y la Adoración de estos. Rodeando la figura estudiosa del Tostado aparecen personalizadas las siete virtudes en hornacinas.




Muy cerca de la cabecera (no podría ser de otro modo) está la sacristía que también sirvió de sala capitular. De planta cuadrada me gustó especialmente su cúpula octogonal y el retablo de alabastro. El lugar fue escenario de hechos históricos como la Farsa de Ávila (intento de deposición de Enrique IV) o la unificación de criterios y conjuramento de los comuneros contra de Carlos I.




El coro lo encontramos en el segundo tramo del crucero. Esta no es su ubicación original, fue trasladado aquí en el renacentista siglo XVI (al modo de las catedrales medievales se encontraba en la capilla mayor). El nuevo coro es de madera de nogal y tiene dos órdenes de asientos. En el nivel inferior se desarrollan escenas de vidas de santos y el superior (en el central) representaciones de los Apóstoles. Sobre la episcopal, una escultura del primer obispo: S. Segundo. También podemos encontrar, entrelazados figuras vegetales, humanas, genios, monstruos... Por cierto, la rejería de cierre es magnífica. 




El trascoro está elaborado en piedra caliza y cuenta con tres calles con tres escenas. La presentación de Jesús en el templo, la adoración de los Reyes Magos y matanza de los Santos Inocentes. Por encima, y debajo de Dios Padre, ancianos y profetas en hornacinas debidamente identificados.




En cuanto a las vidrieras dos apuntes. En la girola, en la capilla de san Juan Bautista, hay un pedazo de vidriera del siglo XIII, es el que representa la cabeza del S. Juan.

Por otra parte, el terremoto de Lisboa de mitad del siglo XVIII destruyó parte de las vidrieras del templo que fueron restauradas en el siglo XX por las que hoy vemos blancas y azules.




La catedral cuenta con muchos sepulcros de la nobleza castellana y altos cargos eclesiásticos, pero también atesora muchos objetos y detalles a observar y admirar como esta maravillosa pila bautismal o esta muy especial puerta en la capilla de S. Juan Bautista que nos llevaría a una sacristía románica.




El templo me guardaba una sorpresa. En 2010 se descubrió un pasadizo no conocido que comunicaba la catedral con el antiguo palacio episcopal. Su longitud es de algo más de una docena de metros y su factura y datación sería coetánea con la girola (alrededor del s. XII).





Seguimos. El claustro no me pareció de gran interés: cubiertas de crucería y tres capillas del siglo XVI en los tres ángulos que quedaban libres. Muy cerca de la entrada está la sepultura del expresidente abulense Adolfo Suárez.




Vuelvo al templo y de ahí salgo para comentaros algo curioso. En la plaza, a la derecha, se encuentra el Palacio de Valderrábanos. Su portada adintelada es lo único que queda de la casa original de Gonzalo de Dávila que perteneció a la Orden de Calatrava. A su derecha podemos ver su escudo y a la derecha (en una pétrea cinta) el conocido lema de los templarios abreviado: "Non nobis dneno nobis set noi tuo da grim".




Sólo nos queda pasear por sus viejas calles intramuros de esta milenaria ciudad para intentar (ojalá) seguir viajando, viendo y encontrando.







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