CIUDADELA DE JACA (Huesca).

 

CIUDADELA DE JACA (Huesca).


En este blog, a lo largo del tiempo, hemos recorrido numerosos castillos y fortalezas. Hemos visto también cómo se fueron adaptando al empleo de la artillería en los castillos, por ejemplo, de Berlanga de Duero o de de la Mota. En esta ocasión daremos un paso más, visitaremos una ciudadela en estrella cuyo objetivo era proteger todos los ángulos y flancos de la fortaleza en caso de ataque. 

La ciudadela de Jaca fue mandada construir por Felipe II tras la invasión del valle de Tena por las tropas francesas a finales del siglo XVI. Formaba parte de una red defensiva de los Pirineos junto con una serie de torres defensivas y un par de castilletes. 

Su planta es un pentágono regular. Tiene cinco baluartes (denominados S. Pedro, Sta. Orosia, Sta. Bárbara, Santiago y S. Fernando) y dos casamatas por baluarte.




Su ubicación fue extramuros de la ciudad, en un arrabal comercial llamado el Campo de San Pedro. En el lugar se encontraba también la iglesia situada donde hoy está la entrada al recinto.

Os muestro una fotografía aérea indicando sus principales elementos defensivos.




La fortaleza cuenta con un foso seco perimetral y un único acceso protegido por un puente que acaba en un último tramo levadizo y que se maneja desde el interior mediante un sistema de contrapesos y cadenas.




Sobre la puerta de entrada se alza un escudo en piedra con las armas de Felipe II en el que están representados los reinos y territorios bajo su dominio (incluido Portugal). En la parte superior, la corona real y rodeando todo ello, el Toisón de Oro.





El castillo se construyó para una tropa de unos trescientos soldados. Había, y hay, cinco pabellones o cuarteles en los que el piso inferior estaban los soldados y servicios y en el superior los oficiales. Están estructuras estaban cubiertas en principio con madera que al poco tiempo se modificó por una cubertura de teja. También en origen se encontraban separados estos edificios con los huecos dispuestos al acceso de cada uno de los cinco baluartes existentes facilitando la rapidez de reacción en caso de ataque.

Nuestra ciudadela solo ha sido utilizada defensivamente una vez. Fue durante la Guerra de Independencia cuando tras ser prácticamente entregada a los franceses, estos se hicieron fuertes en su interior durante cinco años hasta la recuperación del fortín por las tropas españolas dirigidas por el general Espoz y Mina. Hoy en día se realizan espectaculares recreaciones de esta conquista.




En el centro del  gran patio de armas tenemos una metálica estatua de Felipe II (creo que es la única de este monarca en Aragón). Fue realizada por un soldado que estaba haciendo el servicio militar en el lugar. Recorrámoslo.




Nos dirigimos en primer lugar a la parte superior de la puerta de entrada y espadaña. Una arcada nos ofrece una excelente visión del acceso al castillo. La espadaña cuenta con una campana para dar los avisos a la tropa. En la parte inferior se encontraba el cuerpo de guardia.




Tanto a la derecha como a la izquierda vemos el avance de los baluartes contiguos y del foso.




Una curiosidad, en la piedra de los fustes de las arcadas vemos unas hendiduras en ésta. Existe la creencia que fueron realizadas por tropas francesas de guardia durante la ocupación para afilar sus bayonetas.




A continuación, me dirijo a una casamata. Había dos por baluarte y su función era el asentamiento de piezas de artillería y puestos de tirador para defender los muros contiguos a ellas y el muro lateral del siguiente baluarte. Las piezas seguramente eran culebrinas de menor calibre. Recordemos que el objetivo era defender todos y cada uno de los muros de la fortaleza.




En las paredes podemos ver las hornacinas donde se apilaban las municiones y la pólvora (en saquitos de cuero debidamente pesados según el arma a la que iba destinada) dispuestos para su uso.




Los baluartes, con forma de punta de flecha, se proyectan hacia el exterior del cuerpo principal de la fortaleza. Contaba piezas de mayor calibre como lombardas (lo que vemos) y falconetes. No tienen mira y su alcance era pequeño (entre 300 y 500 metros). Seguro que las descargas, para ser más efectivas, eran conjuntas. Las piezas que vemos son replicas pues los originales se fundieron en la Guerra Civil.




Los baluartes están unidos por un camino de ronda que lleva el nombre del ingeniero constructor: Spanochi. Siguiendo este camino topamos con una estructura realizada en piedra, más tarde escribiré sobre ella, está relacionada con el polvorín.

A continuación, os muestro una sección de los espectaculares muros. Se compone de una pared exterior y otra intermedia rellenando el hueco entre ellas por argamasa primero y por tierra después. La pared interior está realizada con ladrillo siendo tierra el relleno entre a pared intermedia y la de ladrillo. Todo ello es para poder absorber los impactos de los proyectiles enemigos.

La pared interior es de ladrillo para minimizar los daños de las esquirlas en nuestros soldados de los impactos de las balas de cañón enemigas. Por el mismo motivo los suelos que en el siglo XVII eran de tierra batida (la piedra que hoy vemos fue colocada en la restauración de los años 70 del pasado siglo).




Continuando nuestra visita llegamos a las llamadas poternas. Son espacios por los que las tropas defensoras podían salir al foso en el caso de que las tropas atacantes hubieran llegado a éste. Existen tres poternas, dos de infantería y una de caballería que es la que ahora pisamos. Todas ellas están debidamente protegidas y escondidas.

 


Muy cerca se encuentra el antaño patio de carruajes. Este lugar es interesante pues alrededor de él se encuentran tres espacios: las caballerizas (en la zona de los arcos, a la derecha),  la casa del maestre y el polvorín que se encuentra a la izquierda.




El polvorín (aquí se encontraba la mayor parte de la pólvora) está formado por seis cámaras intercomunicadas. Vemos de nuevo las hornacinas donde guardar los saquitos de cuero que contendrían la pólvora negra. Están separadas para, en caso de accidente, evitar la explosión en cadena por "simpatía" y un poco elevadas del suelo para evitar las humedades. 




La cubierta está realizada con un tipo de roca diferente, caliza porosa. Los motivos son variados: absorción de la humedad manteniendo la temperatura más o menos estable  y su poco peso.

Tras las hornacinas existe un pasillo sin cubierta (es la estructura que vimos anteriormente en nuestro recorrido por el camino de ronda). Es un pasillo de ventilación que, por otra parte, al no tener cubierta, disiparía los efectos de una posible explosión.

En la fotografía de la derecha que os muestro a continuación podemos ver la humedad y moho presente en el lado que no cuenta con aquella pared de ventilación.




Y tras los arcos de enfrente se encuentra se encuentra la casa del maestre de campo (coronel). En la plaza aledaña podemos ver una rueda de molino reciclada como mesa y un pozo que en este caso no es artesiano si no que funciona como un aljibe.




La ciudadela era una pequeña ciudad en si realizada con la mentalidad de autoabastecimiento, de ser autónoma en caso de sitio. Por ello contaba con tres pozos, molinos y seguramente la hierba que hoy vemos en los baluartes sería sustituida cultivos. 




Llegamos al patio de armas. Además de los cinco cuarteles vistos encontramos otros lugares de servicio como la prisión, el horno-panadería, la iglesia... 

La iglesia destaca por su sobriedad y carácter militar. Fue construida en el siglo XVII en un austero barroco y está advocada a S. Pedro. 





En la cabecera se encuentra una polémica pintura. Os comento. En el lugar había un cuadro de temática similar a la Inmaculada Concepción de Murillo. Fue quemada durante la ocupación francesa. Un coronel aficionado a la pintura se prestó a realizar esta pintura de rasgos andróginos. Un detalle, los ángeles debajo de la figura llevan los símbolos de la infantería: espada, arcabuz y corneta.




Interesantes objetos son los que encontramos a los pies del templo. Uno es un sepulcro que se encontró enterado bajo el altar en la restauración de la ciudadela. Tenía los restos del primer maestre de campo de le ciudadela Juan de Velasco que, volvemos a Felipe II, fue el encargado de apresar al Justicia de Aragón Juan de Lanuza.

La otra pieza es una pila bautismal románica. Destaca por su muy buena conservación.




Una buena parte de los edificios han sido reconvertidos en interesantes espacios expositivos como uno dedicado a la Escuela Militar de Montaña u otro de pintura militar.

El Museo de Miniaturas Militares es el que más me gustó. Recoge más de 45.000 figuras de plomo de dos centímetros dispuestos en veinte y tantos dioramas que van desde el Antiguo Egipto a la actualidad. También acoge una impresionante maqueta de la batalla de Waterloo. Si vais con niños podéis jugar a buscar personajes "especiales" como Superman u Obélix. 




Por último, el foso se encuentra ocupado por una pequeña manada de ciervos. Fueron introducidos a mitad de los 70 y constituyen un atractivo más de nuestra visita.



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