MIRAMBEL TEMPLARIO (Teruel).
MIRAMBEL TEMPLARIO (Teruel).
Volvemos a la comarca turolense del Maestrazgo buscando su pasado templario. En esta ocasión pasearemos por la localidad de Mirambel. A diferencia de Cantavieja y Castellote cuyos castillos se alzan en todo lo alto el castillo-palacio de Mirambel fue construido en el centro de la llana población medieval. Eso sí, dotó a la población de una importante muralla.
En la actual provincia de Teruel la Orden del Temple poseyó dos encomiendas: las nombradas Castellote y Cantavieja. Mirambel perteneció a esta última encontrándose a media jornada a caballo de aquella.
Vayamos con un poco de historia sobre este territorio. El área fue conquistada por Alfonso II. Este monarca entregó en 1994 la villa a la Orden Militar del Santo Redentor (que acabaría uniéndose al Temple), pero en 1196 este mismo monarca, ante la mala gestión, la incorporará a la Orden Templaria seguramente para reforzar la línea fronteriza con el reino musulmán de Valencia (con este hecho el Temple controla ya toda esta frontera). Como consecuencia los templarios fortificaron el lugar con un castillo y una muralla que rodeaba la villa. Se establecieron en el cuadrante SE de la actual población. Pedro II confirmará más tarde esta donación realizada por su padre.
En 1243, alejada ya definitivamente la frontera sarracena, el Temple concederá al lugar la Carta Puebla reinando el monarca Jaime I:
“En el nombre de Dios y de su gracia. Sepan todos los presentes y venideros que yo Frey R. De Serra, por la gracia de Dios humilde Maestre de las casas de la Milicia del Temple en Cataluña y Aragón, con el consejo y voluntad de todo el convento de Cantavieja, y con el consejo de Frey G. de Ager, preceptor de Cantavieja… damos y concedemos a los cuarenta pobladores y sus descendieres de Mirambel con todos los sucesores, para lo que tengáis y poseáis libre e ingenuamente con derecho perpetuo por todos los siglos de los siglos amén; con sus ademprios, a saber: de aguas, caminos, montes, bosques, pastos, carrascales, y en general con todas las pertenencias que suelen darse en todo poblamiento.”
También se establecen los derechos de molienda y horno, justicia, las obligaciones militares, la caza, la entrada de ganado a tierras musulmanas... Por cierto, en el barranco cercano hay un puente medieval también de origen templario al que se le aplicaba el correspondiente portazgo.
El proyecto templario fue ambicioso, queda reflejado en el amplio recinto que protegería la muralla que se construyó: unas tres hectáreas. Esta muralla, además de las construcciones, abarcaba, también huertos y corrales.
Relacionado con la fortificación hay un interesante anécdota: para su construcción se empleó roca caliza de dos cercanas canteras hasta que se quedaron sin material. El comendador de Cantavieja no dudó en desmontar la iglesia extramuros de Sta. Catalina para aprovechar la piedra y cerrar la defensa. Por ese motivo el papa excolmulgó a Mirambel. Será Benedicto XIII en el siglo XV quien levantará esta excomunión con la condición de que se erigiera otra iglesia de igual tamaño que la desaparecida.
Contaba con cinco portales (que aún se conservan) configurando el trazado del actual Mirambel. De la primigenia muralla quedan dos portales con arco de medio punto: el de S. Roque y el de la Fuente. En este último podemos ver una cruz grabada en su clave.
Y hablando de portales, es imprescindible visitar el Portal de la Monjas. Es la principal entrada a la población y único que nos permite acceder con vehículo. Está adosado al convento de las Agustinas. Destaca por sus celosías de barro y yeso y se ha convertido en el lugar más representativo del pueblo.
Pero volvamos a los tiempos templarios. Los caballeros eran conocedores de la gran riqueza hidráulica del lugar, eran sabedores de los siete canales de agua de la población y obraron y construyeron en consecuencia. Los habitantes se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la explotación de los bosques, comercio (principalmente de lana) o artesanía.
Las ruinas consolidadas del castillo se encuentran en el centro de aquel primitivo núcleo situado al SE de la actual población (color naranja en el plano).
Del castillo que me interesa (el templario, el primigenio) hay muy poco, aunque sabemos algunas cosas como que su sala principal (de 13 por 10 metros) contaba con dos arcos de diafragma y el tipo de construcción usado fue el opus spicatum o de espina de pez.
La fortaleza contaba con un patio de armas (hoy por hoy una irregular plazuela) delimitado por el mismo castillo, la iglesia parroquial, el horno y el granero señorial. También se construirían la lonja, la cárcel, el cementerio... (Os comparto un posible plano realizado por J. Ibáñez en 2009).
Caído el Temple, con los hospitalarios la fortaleza se ampliará y posteriormente se le dará un aspecto más palacial que de castillo.
Su interior está arruinado, aunque todavía podemos ver algunas de sus estructuras. Lamentablemente no se puede acceder a su interior.
Cuando el Temple fue suspendido, y como en muchos otros casos, las posesiones de éste en Mirabel pasaron a la Orden del Hospital. Este dominio perdurará hasta el siglo XIX. Otro momento histórico importante para la población, por su posición estratégica, será durante las Guerras Carlistas llegando incluso a instalarse aquí la Junta Suprema de Aragón, Valencia y Murcia, residiendo en ella numerosos carlistas.
Merece la pena seguir realizando un tranquilo paseo por la población. Podremos admirar, por ejemplo, el conocido Portal de las Monjas o encontrar este reloj de Sol musulmán en las proximidades del actual ayuntamiento. Muy cercano se encuentra la ermita de san Roque, santo protector ante la peste, que fue erigida agradeciendo su intervención ante una epidemia acaecida en la Edad Media.
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