CASTILLO DE CASTELLOTE (Teruel).


 CASTILLO DE CASTELLOTE (Teruel).


    En esta ocasión nos adentraremos en el Maestrazgo, un territorio con gran vinculación con la Orden del Temple y con los últimos cátaros que buscaron refugio en la zona. Visitaremos el castillo templario de Castellote que tiene el honor de ser la última fortaleza templaria en caer en la comarca.




En lo alto de un escarpe rocoso desde el cual se domina la localidad se alzan las ruinas del castillo. La fortaleza, de unas excelentes condiciones defensivas, con gran control visual del territorio circundante, ha sido objeto de disputa en todas las guerras que se han desarrollado en el Maestrazgo.




La fortaleza tiene un origen árabe. Castellote hacia el siglo IX formó parte primero del Emirato de Córdoba y después del Califato de Córdoba. Más tarde pasaría al califato de Zaragoza. Alfonso I conquistó el lugar en el siglo XII confiando la población a Don Español de Castellot. A la muerte del Batallador el enclave volvió a manos musulmanas. Hacia 1168-1169 es reconquistado por Alfonso II y pasa a formar parte de la Corona de Aragón siendo devueltos a Don Español, pero ahora como tenente. A la muerte de este hereda la tenencia su hijo Gastón que dará su aprobación para donarlo a la Orden del Santo Redentor en 1188 que consiguiendo afianzar la frontera. Sin embargo, el Casto culpa del retraso del avance de la frontera a la Orden del Sto. Redentor y la disuelve en 1196 pasando sus pertenencias a la Orden del Temple.

La encomienda templaria de Castellote fue muy activa. Los monjes/soldados ampliaron la fortaleza e impulsaron la creación del núcleo urbano que se fue creciendo al pie del mismo.
     
       La encomienda tuvo un gran desarrollo incluyendo las poblaciones de Abenfigo, Las Cuevas del Cañart, Dos Torres, Ladruñán, Crespol, La Algecira, Santolea, Bordón, Luco, Torremocha, Seno, Las Parras, La Ginebrosa, Camarón, Mas de las Matas y Aguaviva.

       La Carta Puebla fue concedida por el Temple a Castellote y las Cuevas en 1282. Asimismo, Jaime I en 1268 concedió a Castellote mercado semanal, los sábados.

El castillo se adapta a la complicada orografía, disponiéndose en cuatro irregulares recintos parcialmente escalonados. Mide unos 130 metros de largo por unos 50 metros de anchura máxima. Su fábrica es de piedra sillar de caliza blanca bien cortada. Llegó a tener hasta cinco torres siendo la principal la del homenaje. Hace unos años fue restaurado y consolidado, pero no reconstruido. Veamos un plano con sus principales elementos: 




Accedemos al castillo por el antiguo camino empedrado que llevaba a Alcañiz. La puerta principal se encuentra al este. En su momento tuvo un puente levadizo, actualmente se accede por una pasarela fija de madera.




Esta entrada estaba protegida por un baluarte que se encuentra encima y a la derecha. 





Desde este lugar podemos ver el primer recinto, la puerta del segundo y, por encima de ello, los restos de la Torre del Homenaje.





Atravesando el primer y el segundo recinto llegamos a los elementos más característicos: aljibe, capilla, sala capitular y torre del homenaje. 





Al norte se encuentra la sala capitular. Es una sólida sala rectangular con cuatro vanos al norte y este. Estas ventanas son abocinadas con arco de medio punto, dentro de la tradición románica. Se piensa que tanto este espacio como la torre del homenaje fueros construidos por los templarios cuando ampliaron la fortaleza. 





Pero volvamos a la línea histórica. Existe documentación de que en 1285 el castillo contaba con un importante arsenal. Sabemos que poseía ocho cotas de malla (tantas como caballeros), cascos, escudos, ballestas... con los que armar a los vasallos; También tenían alimentos, pertrechos, bueyes, ganado... tanto para la explotación de la encomienda como para enviar a ultramar. 

Llega el siglo XIV y los acontecimientos que tan bien sabemos. Felipe IV de Francia conmina a Jaime II de Aragón a extinguir la Orden del Templo en su reino. En un principio se niega, pero al final (instado por el Papa) acepta. Las encomiendas de Aragón se oponen a la entrega de bienes y personas y las tropas reales deben conquistar las fortalezas templarias una a una. 

El 20 de enero de 1318 se encarga a Bartolomé Tarín, sobrejuntero (funcionario de nombramiento real existente en Aragón, cuya misión era facilitar la administración de justicia) de Zaragoza, que sitie la fortaleza. Recibe para ello en un primer momento tropas de Alcañiz y Montalbán. 

Las magníficas condiciones de nuestra fortaleza, su estratégica situación y el buen nivel de equipamiento y pertrechos de su guarnición permitió a los freires de Castellote convertirse en uno de los principales núcleos de resistencia templaria. Además, aquí, como en muchos lugares del reino, los vasallos del Temple fueron remisos a luchar contra sus señores.  Otro detalle importante es que los templarios disponían de dos trabuquetes con los que respondían a las tropas reales (contando con la ventaja de su elevada posición) como este:
   



El cerco que hasta entonces fue burlado en varias ocasiones, se reforzó tras la rendición del castillo de Cantavieja, incorporándose nuevas tropas de Molinos, Ejulve y Monroyo además de los sexmeros de Daroca, Trasierna y Cariñena. El 2 de noviembre los ocho freires que encabezaban la defensa capitularon. Habían resistido más de nueve meses, sólo resistió más la sede del maestre de Monzón.

Antes de seguir con la historia nos queda por recorrer el extremo oeste del baluarte. Comenzaremos por la Torre del Homenaje. Se encuentra situada sobre un espolón, al borde impresionantes precipicios rocosos por tres lados. Tiene planta cuadrada, unos doce metros de lado y muy sólida sillería. Se supone que tenía, pues solo nos queda la base, una altura de unos 24 metros de altura. Se pueden observar las señales de los impactos de artillería efectuados durante la Guerra Carlista del XIX.




Pegada a la torre, en un extremo del patio de armas, hay una estancia que algunos identifican con el lugar donde pudiera haber estado una capilla que está documentada desde 1221 y que estaba advocada a Santa María.




Desde la torre podemos ver, un poco más allá, al oeste, otro aljibe y una torrecilla de forma triangular. Y, enfrente, el albácar, lugar de refugio del ganado y de la población de la villa.




El castillo contaba con una puerta secundaria al oeste que hoy ha desaparecido. La que sí se conserva es un puerta que da paso al tercer recinto desde el albácar.

Muy cerca de esta puerta se encuentra una pequeña necrópolis con unas tumbas excavadas en la roca. 




Bien, nos quedamos a principios del siglo XIV en la caída de la Orden del Temple. En 1317 el castillo pasó a la Orden del Hospital y ya en 1318 contaba con un comendador de dicha orden. Los hospitalarios iguieron en la villa hasta 1769. De estos 450 años apenas tenemos datos salvo un episodio hacia la mitad del siglo XV durante el enfrenamiento entre Juan II de Aragón y su hijo Carlos. Se tomó el castillo generando un largo pleito con la orden.

Durante la 1ª Guerra Carlista Cabrera modernizó y amplió la fortaleza. Pese a ello Espartero la sitió y logró que capitulara tras 3000 proyectiles de cañón y ocho asaltos. Con todo la Torre del Homenaje seguía en pie por lo que ordenó volarla (me viene a la mente la voladura del castillo de Culla por el mismo personaje como os comenté en la entrada en este mismo blog de aquel castillo también templario). A continuación, os muestro un grabado de 1820 previo al conflicto. En él podemos ver la gran torre del homenaje (en un extremo y con garitones) y algunas otras torres hoy desaparecidas.




Naturalmente el castillo fue el punto de partida del recinto amurallado de la población que debía contar con otros puntos fuertes como el Torreón de la Cárcel, hoy sede de un centro de interpretación de la Orden Templaria. El castillo ha sido consolidado recientemente lo que nos permite, abstrayéndonos con la imaginación, hacernos una idea de todo su poderío en los viejos tiempos.

        Recomiendo una visita al pueblo que vemos a nuestros pies. Junto al arco de acceso al primitivo recinto veremos el ayuntamiento. Junto al mismo, la lonja de seis arcos apuntados. Un poco más adelante la calle desemboca en una plaza presidida por la ermita de Ntra. Sra. del Agua. Al lado de la torre de la ermita, oculto por un lienzo de sillería nos encontraremos con un torreón, un torreón templario aislado en la muralla y que actualmente recoge un interesante Centro de Interpretación de La Orden del Temple.




  Muy cercanos a la villa encontraremos dos interesantes propuestas. El acueducto de las Lomas es la primera. De origen posiblemente medieval, este acueducto era utilizado para abastecer de agua a la villa y regar sus huertas desde el manantial del barranco del Llovedor. Construido con mampostería cuenta con 11 arcos de medio punto, de los cuales el último se conoce con el nombre de "Puente del Gigante" y fue restaurado en el siglo XIX . Con el paso del tiempo las huertas han ido desapareciendo, quedando la acequia fuera de uso y sin mantenimiento.

      La segunda propuesta es la Ermita del Llovedor. Del siglo XVIII, se encuentra enclavada en una roca bajo una surgencia de agua que le otorga su nombre. Su origen se remonta al siglo XV en el que 11 mozos de la villa, durante una sequía, hicieron una romería a la ermita de la Balma en Zorita. Más tarde esta peregrinación se hizo anual. Años más tarde,  ante el impedimento del obispo de Tortosa de acceder a Balma, los castellotanos decidieron erigir esta ermita.




      Como ya dije una zona, una comarca, con muchísimos vestigios y restos de un pasado templario.


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