IGLESIA DE LA MANTERÍA (Zaragoza).


 IGLESIA DE LA MANTERÍA (Zaragoza).


Esta desconocida iglesia (también para muchos zaragozanos) se encuentra en pleno centro de la urbe, en una de las arterias de la ciudad en pasados siglos, la calle del Coso. Debe su nombre a que en esta zona se encontraban los gremios de los manteros, su advocación es a santo Tomás de Villanueva (es el primer templo dedicado a este santo. Es el único edificio que queda del Convento de Santo Tomás de Villanueva de Agustinos Observantes. Su decoración tiene un carácter contrarreformista de ahí su advocación a un santo menor.

A lo largo de los siglos el edificio ha sufrido dos importantes hechos que contribuyeron a su deterioro: la Guerra de la Independencia de 1808 y la Desamortización de 1834 tras la cual se abandonó. Más tarde tendría otros usos más mundanos como cárcel o almacén hasta que en 1883 pasó a pertenecer al colegio de las Escolapias que se construyó al lado.

Exteriormente el edificio es muy sobrio. Está realizado con ladrillo (en la zona no existen canteras de roca) con decoraciones geométricas. La portada tiene dos cuerpos con cuatro hornacinas. Las dos inferiores están vacías. Las superiores contienen sendas esculturas de (creo adivinar) S. Agustín y del titular de la iglesia. En lo alto, un frontón y dos torrecillas dan altura al conjunto.




Nunca ha sido una parroquia. En origen era la iglesia del convento agustino aledaño (que ya no existe) y desde, y hasta hoy en día, del colegio escolapio al que pertenece para un uso interno.

Pasamos al interior. De una sola nave, tiene planta de cruz latina, cabecera recta, crucero con una gran cúpula y sacristía adosada en el muro de la Epístola. Pese a que necesita una profunda restauración sus techos y cúpulas guardan una gran riqueza artística. En origen las paredes también estaban pintadas, pero de ello no queda ningún rastro. El autor de los frescos es el pintor de corte Claudio Coello junto a su discípulo Sebastián Muñoz. 




A los pies hay un coro alto con un gran ventanal y una cúpula elíptica. El arco fajón que lo cruza da la impresión de estar talladoo, pero no, está pintado. Es un trampantojo.
  



En la cúpula hay dos grupos pictóricos con ángeles. En el de la izquierda encontramos a un ángel que lleva un corazón atravesado por una flecha y otro con un arco y una flecha, nos hablan de la pasión que sentía el santo por la religión.

Y a la derecha uno de los ángeles lleva una pluma y otro un libro: nos llaman la atención sobre lo realizado por Tomás de Villanueva en vida, es decir, sus escritos. Todo ello bajo la Liberalidad (como virtud) de las águilas.




A los lados, bajo unos arcos, unos textos pintados nos transmiten lo anteriormente indicado. 

Avanzamos, nos movemos hacía la siguiente cúpula. Los ángeles portan en esta ocasión de una cruz, un báculo y una mitra de obispo. Nos indican los cargos eclesiásticos que obtuvo santo Tomas: obispo de Valencia. 




Por debajo volvemos a tener la leyenda con la "explicación" de lo visto.




En las pechinas de esta cúpula podemos ver representadas las virtudes mediante alegorías siguiendo los modelos y descripciones del catálogo iconológico del escritor Cesare Ripa (siglo XVI-XVII). A modo de ejemplo os muestro la Obligación (izquierda) y la Piedad (derecha).

La Obligación es representada por un hombre con una coraza, dos cabezas, cuatro brazos y cuatro manos. Se entiende como una virtud con una doble vertiente, la de complacerse a si mismo y a complacer a los demás. 

La Piedad es representada por una joven alada con una llama sobre su cabeza, una mano sobre su corazón mientras que con la otra vacía un cuerno de la abundancia. La llama representa el entendimiento que se nos ofrece por el amor de Dios. 




Vamos al centro, al crucero y su cúpula: se nos abre el cielo. Nuestro santo asciende a los cielos donde es bien recibido y acompañado.




Santo Tomás se encuentra rodeado por una serie de angelotes. En la parte inferior encontramos las representaciones de más virtudes. Podemos ver la alegoría de la Fe: vestida de blanco, con los ojos tapados y portando en una mano una cruz y en la otra un cáliz. A su lado, la Caridad en forma de mujer vestida de rojo.

Por encima de estas virtudes hay dos grupos de figuras entre ángeles. A la izquierda se encuentran una serie hombres mitrados (santos agustinos) que seguramente llevarán. aunque no la vi, una maqueta de esta iglesia. Al otro lado, a la derecha, hay grupo femenino con hábitos: son monjas agustinas con los instrumentos del martirio.




Del otro lado seguimos viendo angelotes y otras virtudes como la Fortaleza (mujer abrazada a una columna) o la Templanza (mujer con un elefante, sí, un elefante).

En la parte inferior (marcados de nuevo con un círculo blanco) hay cuatro escenas de la vida de santo Tomás de Villanueva.




Y, un poco más abajo (sobre una pintada columna que llegaría hasta el suelo), aparecen la representación de cuatro santos: S. Fulgencio, S. Patricio, S. Simpliciano y S. Alipio.





Nos toca ver ahora los lados del crucero. En este caso las cubiertas son cúpulas son elípticas. Me dirijo primeramente al brazo sur del crucero. En las esquinas ha cuatro ángeles portadores de la Pasión de Cristo, veo claramente unas tenazas y el cartel de INRI. Aventuro que el conjunto estaría dedicado a la Muerte y Pasión de Jesucristo.




La cúpula correspondiente al otro lado está reconstruida, se derrumbó durante la restauración realizada a principios del siglo por lo que nos perdimos sus frescos... Sin embargo, podemos ver algunos detalles que nos hacen intuir que está cúpula estaría dedicada a la Virgen, encontramos (tanto en la cúpula como en la una pechina) sendos angelotes con unos ramilletes de azucenas, símbolo mariano.





Bien, solo nos queda por visitar el presbiterio. La figura central del retablo corresponde a san José de Calasanz. Ello es debido a que, al llegar el templo a manos de las Escolapias, cambiaron la advocación a su santo patrón. A su lado veo la figura de S. Roque. El mismo nombre lleva la plaza en la está la iglesia (junto ahí estaba el arco de san Roque) y, también, es el nombre del patrón de los manteros que se ubicaban aquí. 





Las pinturas (en muy mal estado) de la cúpula que lo cubre representan la expansión del cristianismo por todo el mundo. En la cúpula podemos ver un simbólico peticano como símbolo de la Pasión de Jesucristo y su inmolación por nosotros. 

En las correspondientes pechinas esta vez no hay representadas virtudes si no alegorías a las cuatro partes del mundo conocido: Europa, África, Asia y América.

En un lateral encontramos pintados los retratos de los autores de todo lo que hemos visto, los ya nombrados Claudio Coello (derecha) y Sebastián Muñoz.





Es el único retablo existente en la iglesia y es muy posterior a su construcción. Los originales fueron vandalizados o expoliados principalmente tras la desamortización.




La Iglesia de la Mantería, un pequeño templo advocado a Sto. Tomás de Villanueva, con un gran tesoro pictórico que conviene restaurar y considerar rápidamente o lo acabaremos perdiendo. 

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