ERMITA LA MAGDALENA (Valderrobres. Teruel).

 ERMITA LA MAGDALENA (Valderrobres. Teruel).

En esta ocasión visitaremos un singular enclave, la ermita de la Magdalena. Se encuentra a unos siete kilómetros de la localidad turolense de Valderrobres (los casi últimos dos los haremos ascendiendo por una estrecha senda).  

En esta zona se cobijaron los últimos cataros y algunos autores incluso proponen este lugar como uno de sus últimos refugios.

La documentación más antigua que he encontrado nos habla de que en 1788 era costumbre el día de san Felipe y Santiago (3 de mayo) repartir entre los pobres unos cuartales de trigo (un cuarto de hogaza). En 1817 existía unos limosneros o mayorales (nombrados anualmente) que se ocupaban de la administración. Durante la Desamortización , la ermita tenía una renta de un cahíz y dos fanegas de trigo. Y hay referencias de que hacia 1860 se encontraba en buen estado.

Pero volvamos al presente. El lugar se encuentra muy deteriorado. Consiste en una cueva semicircular de 12-14 metros de diámetro siguiendo la orientación sur-norte. En la entrada se construyó un gran arco supongo que para "marcar" el espacio. 

Al fondo de la oquedad algunas imágenes modernas de la enigmática y desconocida María Magdalena nos recuerda la advocación  de la ermita. De una de las paredes mana agua. También encontramos flores secas o de plástico seguramente traídos por devotos.

Al este encontramos una cazoleta cuadrada y unas cruces (que algunos califican como templarias) grabadas en la roca.

 A la derecha de la cueva-ermita hay un ruinoso edificio. Está construido apoyado en la roca y tiene algunos vanos, seguramente morada de los religiosos relacionados con el lugar. Aquí también veremos grabadas cruces.

El lugar es especial. Sea por ser una cueva, por su advocación, por su sencillez, por sus grabados... tiene un halo. A ello se une la leyenda de que fuese un lugar de reunión y culto cátaro por que muchos de los occitanos huidos de la Cruzada Albigense recayeron por aquí, es más, Guilhem de Bélibaste (el "último" cátaro) vivió en Morella y San Mateo (Castellón).