MONASTERIO DE SAN PEDRO (Siresa. Huesca).
MONASTERIO DE SAN PEDRO (Siresa. Huesca).
Hoy os invito a acompañarme a lugar especial, a un templo muy ligado al origen de Aragón y uno de los más extraños y únicos modelos de nuestra arquitectura medieval. A pesar de los muchos especialistas que lo han estudiado, sus fases constructivas generan muchas dudas. Vamos a la iglesia del Monasterio de San Pedro.
Lo primero que llama la atención es la magnitud del edificio, excepcional en una localidad de unos cientos de habitantes. Por la población pasaba una calzada romana que comunicaba Francia con el interior de la Península y población situada en el primigenio Reino de Aragón, el Condado de Aragón, fundado en el primer tercio del siglo IX. El porqué de su tamaño hay que buscarlo en su origen monástico y el apoyo primero condal y después regio que tuvo.
El origen de este monasterio debemos buscarlo el 25 de noviembre del año 833 cuando el conde carolingio Aznar Galíndez hace donación de unos terrenos de su propiedad para fundar el monasterio de Siresa. Pese a esa datación en el siglo IX en unas excavaciones realizadas en la década de los 90 se encontraron vestigios visigodos, está iglesia visigoda tendría tres naves y ábside cuadrado (en la imagen subsiguiente puede verse la planta actual con los restos visigodos marcados en rojo).
El primer abad del cenobio fue Zacarías y desde un primer momento tuvo más de 120 monjes y existe referencia que en una visita de San Eulogio en 848 en la que quedó admirado por su gran y surtida biblioteca y scriptorium, ello nos indica su importancia.
A raíz de la incursión de Almanzor al final del siglo X el monasterio se despobló pasando a manos laicas. En 1082 Sancho Ramírez concedió a la iglesia el título de Capilla Real e introdujo Canónigos Regulares de San Agustín. En un documento de 1285 (la iglesia se encontraba en ruinas) el obispo de Huesca y Jaca emprende su reconstrucción y establece en Siresa 13 clérigos racioneros... La historia del edificio es intensa.
Actualmente del monasterio solo conservamos la iglesia. Como ya dije se ha especulado mucho sobre las fases constructivas del edificio. Es muy posible que se erigiera un templo carolingio de tres naves, con un túnel abovedado que sirve de acceso a la puerta y sobre el que existe una tribuna también a la moda carolingia. Según esta hipótesis los arcos cegados que vemos en el exterior serian arcos formeros de aquel templo carolingio.
Durante los siglos XII-XIII las naves laterales, se suprimieron las naves laterales. También se harían reformas en la cabecera. Estamos en pleno románico, sobrio y ascético, qué mejor forma de rematar la desnudez carolingia. Durante el Renacimiento se realizarían nuevas obras. Si seguimos esta teoría San Pedro es un compendió de épocas y estilos pese a lo cual, sobre todo interiormente y gracias a la sencillez de los elementos, da un aspecto de armonía.
Antes de pasar al interior observemos un momento la portada. Nos encontramos con una torre-puerta con vanos al exterior y tribuna al interior al modo carolingio. El crismón trinitario se adecuó a la reforma del siglo XII. La "S" aparece invertida con adornos a los lados muy semejantes a los de Serós o Jaca.
Una vez traspasado el umbral prestamos un poco de atención a la ya nombrada galería. Seguramente seria lugar para notables. Accederemos a el por un vano con escalera la derecha realizado materiales de otros lugares del templo (me sorprendió encontrarme, por ejemplo, una cruz paté en un pequeño tímpano). A los pies encontramos dos pilas bautismales, dice la leyenda que en una de ellas fue bautizado el rey de Aragón Alfonso I el Batallador.
La iglesia tiene una planta de cruz latina, una sola nave con tres tramos desiguales. La nave del transepto es de tres tramos y crucero. La cabecera está formada por un ábside semicircular al interior y poligonal al exterior. La cabecera se levanta sobre una cripta para salvar la irregularidad del terreno. Presidiendo el altar mayor se encuentra una figura en piedra policromada de San Pedro del siglo XVII. La talla, barroca, procede del antiguo retablo de la catedral de Jaca.
Es muy destacable la calidad de la construcción y en buen tallado de la sillería. Asimismo destaca la gran austeridad del templo, sin ningún motivo escultórico, tan solo encontramos dos motivos decorativos: los arcos ciegos y un cordón achaflanado que recorre horizontalmente el interior de los muros de la nave y del crucero.
Una vez visto someramente el edificio, pasemos a los bienes muebles. Siguiendo su datación cronológica en primer lugar tenemos una lápida conmemorativa en mármol blanco del siglo IV. En ella nos indican la ubicación y los problemas de mantenimiento de la calzada romana que unía Caesaraugusta con el interior de las Galias por el puerto del Palo. Por medio de ella aseguramos la ubicación del Summo Pyreneo (punto más alto de los Pirineos para los romanos) siendo utilizado también por los condes condes carolingios cuando penetran hacia el actual Aragón.
Seguimos. Del siglo XIII hallamos dos tallas. La primera es la imagen de la Virgen de Siresa, talla románica en madera policromada. La segunda es un especial Cristo en madera de nogal con una excelente policromía. Fue hallado desmontado en las obras de restauración de 1995 al retirar un altar de mampostería. Muestra actitud serena, barbas geométricas, pies separados y, como curiosidad ombligo tallado en forma de espiral.
Por último podemos admirar una colección de retablos góticos, pintados en el siglo XV. Los encontraremos a ambos lados del transepto. Están dedicados a la Santísima Trinidad, San Juan Evangelista, Santiago y San Esteban. Hay otros retablos dedicados a San Blas (siglo XVI), Nuestra Sra. del Pilar (siglo XVII) y Nuestra Sra. del Rosario (siglo XVIII). Parte de algunos de estos retablos fueron objeto de robo por parte de Erik "el belga" en 1979.
Un último y legendario apunte. San Pedro de Siresa Forma parte de La Ruta Griálica, Albergó el cáliz de Valencia entre los años 815 y 831 en su itinerario a otro conocido lugar: San Adrián de Sasabe. La reliquia se encontraría oculta cerca del altar, en un hueco del ábside. Como os decía San Pedro de Siresa es un muy interesante enclave.
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