MONASTERIO DE PIEDRA (Nuévalos. Zaragoza).
En la provincia de Zaragoza existen tres monasterios cistercienses que considero imprescindibles de visitar: Monasterio de Rueda, Monasterio de Veruela y Monasterio de Piedra. En los dos primeros ya estuvimos, hoy nos adentraremos en el tercero.
El monasterio fue fundado y empezado a construir, cerca de un entorno natural único (realizado por el río Piedra), por Alfonso II de Aragón en 1194 con monjes provenientes del monasterio de Poblet. Abrió sus puertas en 1218.
El monasterio a lo largo de los años, de los siglos, fue creciendo, ampliándose con los nuevos estilos arquitectónicos que fueron apareciendo... hasta que llegó el siglo XIX. En la Guerra de la Independencia los monjes fueron expulsados y los franceses saquearon la abadía e hicieron de ella un hospital. En 1814 volvieron los monjes. A partir de ahí Piedra sufrió tres procesos desamortizadores siendo definitivo el decreto de Mendizábal de 1835 que supuso el abandono del monasterio, el inventario de los bienes, su subasta y la adquisición de los edificios conventuales y terrenos anejos a manos privadas por 1.250.000 reales en 1843.
El monasterio cuenta con una torre del homenaje que sirve de entrada y una circundante muralla (con torreones intercalados cada unas decenas de metros) de unos diez/doce metros de altura.
Al atravesar la torre de homenaje nos encontramos con el palacio abacial (donde vivía el abad), ampliación realizada en el siglo XVI por la comunidad. Posteriormente las dependencias se destinaron a la antigua hostería.
Como siempre, en primer lugar, os muestro la planta del monasterio del siglo XIII que es el que vamos a visitar. Posteriormente os mostraré la planta del templo.
El claustro se encuentra situado al sur de la iglesia abacial. Como es habitual es el elemento articulador de las distintas dependencias de los monjes. Su planta es rectangular estando las pandas cubiertas por bóvedas de crucería. Veinte y seis arcos apuntados se abren al jardín y a la fuente central.
Era el lugar de meditación y lectura de los monjes. La decoración ornamental es mínima para evitar distracciones. Tan solo los claves y los capiteles tienen decoraciones vegetales que simbolizan la floración del alma en presencia de Dios.
En la panda o lado este se encuentra la sala capitular. Es el lugar donde, una vez al día, se reunían los monjes para tratar temas del gobierno del monasterio. Aunque no es el caso aquí es donde se solían enterrar los abades.
Construido en el siglo XIII, la portada es tripartida y está abierta al claustro.
El interior es un espacio diáfano cuadrado de nueve espacios cubiertos por bóvedas de crucería. Estas bóvedas están soportadas por columnas embutidas en los muros y cuatro pilares centrales de sección octogonal. Estos pilares todavía conservan parte de la policromía del siglo XV.
El colorido ángulo NE contrasta con la sobriedad claustral. En esta esquina se encuentran el Altar de S. Benito y la Puerta de Sta. María. El altar es un retablo barroco de yeso policromado realizado en el siglo XVIII. La puerta de Sta. María permitía a los monjes acceder directamente desde el claustro a la iglesia.
Vayamos a la iglesia. Se construyó entre 1262 y 1350. Tiene tres naves, cinco ábsides, pilares cruciformes en la cabecera y octogonales en las naves. Os muestro su planta:
Delante del ábside central se abren unas escaleras que nos llevan a una cripta situada bajo el nombrado ábside. Fue construida a mitad del siglo XVII. Podemos ver en una vitrina unos restos óseos encontrados.
En la actualidad, la iglesia está en ruinas como consecuencia de los años de abandono que, en el siglo XIX, sufrieron los edificios tras la Desamortización de 1835.
La primitiva iglesia se enmascaró, posiblemente en el siglo XVIII, por medio de yesos que, una vez caídos, que nos dejan entreverla de nuevo. Podemos ver muchos de estos restos.
A finales del siglo XVII se construyó en el extremo norte del crucero la capilla de S. Inocencio Mártir recientemente restaurada y con todo su color.
Abandonamos las ruinas del templo por la puerta destinada a los conversos. A través de ella llegamos al pasillo de los hermanos legos-conversos. Se trata de un pasillo largo, oscuro y cubierto con una bóveda de medio cañón.
Un apunte. En los cenobios cistercienses la jerarquía existía y era importante. Había monjes sacerdotes (que eran profesos y podían decir misa), monjes profesos y hermanos legos conversos. Los dos primeros ingresaban con una dote económica. Los conversos, sin dote, no podían hacer los votos completos, asumían las tareas más duras y vivían en dependencias diferentes como el pasillo que acabamos de recorrer.
Muy cerca podemos ver una pequeña colección de carruajes de época.
Recorreremos las distintas estancias que rodean al claustro que como dije anteriormente hace de eje vertebral del monasterio.
Comenzaremos con la cocina. Construida en el siglo XIII, se encuentra entre la cilla (almacenes) y el refectorio (comedor). Su planta es cuadrada y su bóveda cuenta con ocho nervios. Conserva el tiro central superior para la evacuación de los humos y algunos tiros laterales. El fuego se hacía en el centro de la sala.
La base de la alimentación cisterciense era el pan, los cereales, las legumbres, el arroz, las verduras y las frutas. Los días festivos podían comer carne, pescado y dulces hechos a partir de miel y frutos secos.
Actualmente el espacio acoge una pequeña exposición sobre el chocolate. ¿Por qué? Pues parece ser que el monje cisterciense fray Jerónimo de Aguilar (quien acompañó a Hernán Cortés en su viaje a México) envió el primer cacao junto con la receta al abad del Monasterio de Piedra, Antonio de Álvaro. Así pues, fueron estos monjes los primeros europeos en probar el chocolate.
No muy lejos se encuentra la bodega. Los monjes promovieron la plantación de la vid en el entorno y las bodegas que visitamos son testigos de la importancia del vino en el entorno.
Hoy por hoy recoge el Museo del Vino D. O. Calatayud.
Continuando nuestro recorrido llegamos al refectorio que fue comenzado a construir a comienzos del siglo XIII. Fue realizado en planta rectangular y cubierto con tres bóvedas de crucería. Podemos observar ventanas con arcos de medio punto o de arco apuntado dependiendo de su fase constructiva.
Los monjes comían dos veces al día y lo hacían en silencio mientras escuchaban una lectura que se hacía desde un púlpito (aquí ha desaparecido, aunque podemos ver el acceso al mismo). Las mesas se disponían en forma de "U" de manera tal que el abad les presidía.
En el refectorio podemos ver una copia de una joya de la carpintería gótico-mudéjar del siglo XIV. Se trata de un relicario-tríptico destinado a acoger la reliquia del Santo Misterio de Cimballa (una hostia comenzó a sangrar ante las dudas de un clérigo que no acababa de creer en la transformación del pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo). El original se encuentra en la Real Academia de la Historia en Madrid.
Aledaño al refectorio se encuentra el calefactorium. Consiste en una habitación cuadrada en la que los monjes pasaban las inclemencias del tiempo invernal pues contaba con un sistema de calefacción mediante unos conductos de aire caliente bajo el suelo.
Ya camino de la salida, a la derecha, podemos observar dependencias que una vez pertenecieron al monasterio y hoy son parte del hotel. Este hotel fue construido en el claustro nuevo (que fue edificado en el siglo XVII). Las habitaciones de los huéspedes son las antiguas celdas de los monjes.
Pero demos un pequeño paseo, quiero mostraros el ábside desde el exterior y la portada de la misma.
Y con esto acaba nuestra visita virtual al Monasterio de Piedra que recomiendo complementar con una visita al Parque del Monasterio. Calificado como jardín histórico es un recorrido en plena naturaleza en el que caminos y senderos cruzan cascadas, arroyos, lagos y grutas. Adquirido por subasta a mediados del siglo XIX, en años sucesivos transformaron lo que fueran las huertas del abandonado monasterio en un amplio jardín (usando el recorrido del río Piedra) y el propio edificio en hotel. Curiosamente en el mismo lugar se realizó la primera piscifactoría de España, año 1867.
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