CRISTO DE LOS ENDEMONIADOS O TOSTADO (Calatorao. Zaragoza).

 CRISTO DE LOS ENDEMONIADOS O TOSTADO (Calatorao. Zaragoza). 


A unos 50 kilómetros de Zaragoza, dirección Madrid, se encuentra la población de Calatorao. En su iglesia dedicada a san Bartolomé (construida hacia 1799) hallamos la fantástica y realista talla de un Crucificado. 
 
La primera referencia documental a la imagen la tenemos en 1535 en un testamento. No existe documentación referente al encargo de la talla o el pago de la misma, sin embargo, su datación podría corresponder a unos pocos años antes de tal fecha. Tampoco sabemos nada de su autor. En aquellas fechas los escultores más sobresalientes que trabajaban en Aragón eran Damián Forment, Gabriel Yolí y Gil Morlanes. Quizá por todo ello, se ha buscado dar una explicación fantástica a tan excepcional escultura.


Cuenta la tradición que “el logro de esta imagen fue fruto de la caridad y misericordia de esta Villa con un Peregrino, que llegó a ella enfermo, o haciendo (como suele decirse) el enfermo, siendo reputado por Ángel, como se dirá después. Cuidó la caridad de Calatorao de alimentar, y medicinar al Peregrino, sirviéndole, como a Cristo. Notó el Peregrino que en la Parroquia no había imagen especial de Cristo Crucificado. A la notada falta de la Santa Imagen por el Peregrino, respondió Calatorao que algunas veces había intentado se fabricase Imagen de Santo Crucifijo, y que sin saber cómo, se había olvidado esa especie. Entonces el Peregrino ofreció en público, y a todo el Pueblo el salir de la Misa Mayor, suplir la falta, fabricándoles Imagen del Cristo Crucificado.

Retiróse a una casa y sin ser visto ni oído de persona alguna, sin estallido de martillos, ni estruendo de sierra, formó la Santa Imagen, de un madero, que él había visto y escogido para esta Divina Fabrica. Pasado el tiempo de tres días (como se había pactado) deseando ver Calatorao en qué estado se hallaba la obra tan deseada, abierta la puerta de aquella estancia dichosa, ni se halló Peregrino, ni vestigio alguno de que allí se hubiera trabajado en madera, ni el madero, que había elegido, ni fragmento alguno de él, ni color alguno, con que hubiera  dado la última perfección a la obra, si solamente la comida, que se le había administrado por una gatera, y la Santa Imagen tan peregrina, como Angélica, arrimada a una pared, a la mano derecha entrando en el cuarto”.

Actualmente existe en la población una capilla ubicada en el lugar que se produjeron tales acontecimientos.




La imagen se encuentra en una capilla situada en el lado de la Epístola del templo. A ambos lados de la misma tenemos, en cuatro pinturas, la leyenda anteriormente narrada. Enfrente, el Cristo de madera oscura (posiblemente cedro) flanqueado por cuatro columnas salomónicas de piedra de Calatorao de comportamiento muy semejante al mármol negro.




El realismo de la talla es sorprendente. El padre Ángel Lorenzo Faci (religioso y escritor del XVIII) lo describe en 1730 de la siguiente forma:

"Está todo el cuerpo del Señor organizado con toda la perfección de venas, arterias, nervios tendones, ligamentos y cuerdas tan al vivo, que parece que el original del Calvario fue Artífice, como píamente, Ángel admirablemente copiado".




Desde el primer momento el Cristo fue objeto de una gran devoción. Alrededor de él surgieron todo tipo de hechos milagrosos como que le crecían las uñas, sudaba o que le sangraban las heridas.

Su fama creció, comenzaron a atribuirle milagros, curaciones y especialmente poderes exorcizantes. El padre Faci, en 1739, nos muestra en un escrito el origen de tal facultad:

“Limpiaba Mosén Antonio Pascual y López el polvo de los brazos de la S. Imagen, y asiéndose la toalla, con que sacudía, a las espinas de la corona, cayó una de estas sobre el Altar; nótalo el Dr. Falcón, Médico de Calatorao, y ambos partieron tan Santa porción. Pasados algunos años, hallándose dicho Mosén Antonio en la Villa de Sos, fue llamado a visitar a una enferma, que agonizaba, y estaba maleficiada, aplicó a la cabeza de la enferma, un bolsillo, en que estaba la porción de la Santa Espina, y dando un salto, la que parecía ya difunta, se puso en pie, en medio del aposento. Viendo esto el Cura de Sos, conjuró al demonio le dijera ¿qué había en el bolsillo, ó Relicario aplicado? Y dijo con verdad (aunque blasfemando, como demonio) había dentro una Espina de aquel tostado de Calatorao, y otras circunstancias. Llamó tostado al S. Crucifijo, por improperio, porque la S. Imagen es de color oscuro, que lo hace respetable”.




A partir de este momento su fama trascendió y comenzó a ser centro de peregrinación atrayendo a personas que se creían cargados y atormentados por el demonio. La imagen se encontraba tapada siendo descubierta en dos ocasiones al año, Semana Santa e 14 de septiembre (día de su festividad).

Cuando hacia 1880 se generalizó el ferrocarril, todos los años venían trenes especiales a Calatorao el día 14 de septiembre. Prudencio Moreno publica en el año 1883 un trabajo titulado “Apuntes histórico-críticos sobre la Imagen el Santísimo Cristo de Calatorao” y recoge esta costumbre que fue en aumento hacia los primeros años del siglo XX y duró hasta la década de 1950 en la que se suspendió el tren especial que venía a Calatorao.

El Heraldo de Aragón del día 15 de septiembre de 1919 publica: “Al salir de la iglesia una enemigosa cae a nuestro lado, la cual, después de unas raras convulsiones, como si sufriera un ataque de epilepsia, es retirada por varias personas. Al retirarla, la pobre mujer perdió el pañuelo, formándose alrededor de éste un corro, sin que nadie se atreviera a recogerlo. Aquel pañuelo tenía los enemigos”.

Y es que se aseguraba que eran los pañuelos de la cabeza, los zapatos y los corses donde se escondían los demonios.

El Cristo tiene también otra particularidad. La expresión facial cambia depende los veamos frontalmente, desde el lado derecho o desde el izquierdo. Nos lleva desde un dolor y una agonía hasta una profunda paz y tranquilidad.




Un Cristo crucificado que bien merece ser conocido y admirado y que se encuentra en Calatorao, a una media hora de Zaragoza.

No quisiera acabar sin agradecer al padre Alex y a un grupo de calatorenses que compartieron conmigo durante una tarde sus experiencias y anécdotas no sólo de la imagen sino también de otros interesantes lugares de la población. Por ejemplo, su castillo en plena reconstrucción o su hospital de peregrinos construido en la mezquita mayor de la comunidad múdejar de la población en el siglo XV.














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