SAN BAUDELIO DE BERLANGA (Casillas de Berlanga. Soria).

 

 SAN BAUDELIO DE BERLANGA (Casillas de Berlanga. Soria).


Nos encontramos en un lugar especial por muchas razones, yo lo calificaría de único.

Exteriormente es una construcción de sillarejo de una gran austeridad formado por dos volúmenes rectangulares asentados directamente sobre la roca. Está ubicado en una pequeña loma con un manantial cercano.

Sobre sus orígenes, la primera datación documentada (en la que se nombra un cenobio) es de 1136:

"... monasterio sancti Baudili quod circam berlanga situm est..."

Sobre los comienzos del enclave Miguel Giribets, extraordinario investigador (ya citado en este blog), nos indica una bella leyenda:

"La leyenda cuenta la historia de dos jóvenes. Ismael vivía a orillas del Mediterráneo y era cristiano. Omar vivía en el desierto africano, en la zona del Sahel, y era musulmán. Ambos tuvieron un sueño al mismo tiempo: vieron como un gran resplandor y fueron conscientes de que eran los elegidos por sus dioses por su pureza de corazón para una misión muy especial. Ismael sería el guardián del Santo Grial, que estaba en Montsalvatch, en Hispania. Omar
sería el guardián del Kausar, la fuente del paraíso en que, según la religión mahometana, nacían todos los ríos y cuya agua curaba todos los males.

Ambos comenzaron un camino iniciático que les llevaría a San Baudelio de Berlanga. Les perseguía el ángel Azrael, tratando de que no llegaran a su destino. Azrael es un ángel de la corte de Lucifer en la religión cristiana y el ángel de la muerte en la musulmana.

Cuando llegaron a San Baudelio de Berlanga encontraron a un viejo sabio que vivía en una gruta. El viejo les explicó el sentido de su viaje: habían sido llamados para que, en aquel lugar, levantaran un templo que representaría el hermanamiento y convivencia de las dos culturas.
Los jóvenes comenzaron a relatar las experiencias vividas durante el trayecto. Omar contó cómo había llegado a una gran ciudad. Era la ciudad de Irem, la réplica del paraíso celestial de Allah, que había sido construida por Sheddad, nieto de Noé. Un 'derviche', especie de monje musulmán, le explicó cuál era su misión: Eres un peregrino del amor en busca de las huellas del destino de las gentes de tu pueblo. Tu misión es aunar, en estos tiempos de
luchas fratricidas y de desdichas, el espíritu de las culturas ahora enfrentadas. Siguiendo la senda que las estrellas irán abriendo a tu paso para ti, llegarás a una tierra fronteriza, iluminada por un íntimo esplendor, donde encontrarás a tu hermano. En este rincón exótico, liberado ya de las luchas por su dominio, construiréis los dos el templo de la unidad y la convivencia de todas las almas de buena voluntad."

El derviche regaló a Omar un báculo que tenía grabados unos jeroglíficos. La interpretación de estos jeroglíficos serviría de guía a Omar en su camino hacia San Baudelio y le daría las claves para encontrar el Kausar o fuente de la vida. Ismael contó que el espíritu de Titurel, el primer guardián del Grial, le siguió por todos los lugares que iba pasando. Una noche se
encontró ante un castillo. Titurel le invitó a que entrara en él. Después de atravesar muchas salas que se disponían a modo de un laberinto, llegó a un salón en el que doce guerreros orantes estaban custodiando el Grial. El Grial estaba en un tabernáculo en forma de rosacruz que irradiaba un gran resplandor. Ismael notó una sensación de paz absoluta. Al momento, entendió el significado de los grabados que había incrustados en el Grial: le indicaban el
 camino a seguir hasta Santa Baudelio, donde construiría un templo en honor del Dios de todas las creencias.

Cuando Omar e Ismael acabaron sus relatos, la cara del anciano sabio comenzó a desfigurarse. Los jóvenes vieron en ella al derviche de Irem, a Titurel y a los doce guerreros del Grial. También, aquella cara reflejaba el dolor por la intolerancia y las guerras, al tiempo que la sabiduría y la bondad que anunciaban una nueva época de fraternidad y convivencia.

En ese momento, delante de Ismael se le apareció el Grial, suspendido en el aire, mientras que Omar oía las canciones del muecín de Allah en el Kausar. Tuvieron claro que su misión era construir un templo que cobijara al Grial y a la voz del alma de Allah.

A continuación, el viejo sabio les mostró el Libro de la Sabiduría. Contenía las tablas de la Ley de Yaveh y de la Ley de Allah. Era un libro con signos dispuestos en espiral. Este libro había sido entregado por los sacerdotes de Eleusis (Grecia), a Salomón y a los constructores de las pirámides. También fue entregado a los monjes del Tíbet y a los sacerdotes de los indios precolombinos de América. El Libro de la Sabiduría se guardaba en la biblioteca de Shamabala, la ciudad de los dioses, la mayor biblioteca del mundo antiguo desde la de Alejandría. El viejo sabio había aprendido en esta biblioteca los secretos de los cuerpos celestes y la geometría áurea con que se construían los templos.

San Baudelio se edificó como un templo con dos cubos, simbolizando la perfección de las formas cuadradas, orientadas hacia los puntos cardinales. Su eje central fue una columna en forma de palmera, que era el árbol sagrado que había resguardado el sueño de Ismael y de Omar aquella noche en que les fue revelado su destino.

Cuando el templo se terminó de construir, el Grial descendió hasta la pequeña linterna ubicada en las nervaduras de la palmera. Un gran resplandor iluminó el momento. Omar, Ismael y el anciano sabio sentían un éxtasis inenarrable. Omar contemplaba el brillo del Grial, pese a que se creía que sólo los cristianos podían hacerlo. En aquel momento, las huríes -mujeres del paraíso mahometano- entonaron bellas canciones. También esto desmentía la creencia de que sólo los grandes guerreros musulmanes podían oír los cantos de las huríes.

A partir de ese día, los puros de corazón que visitan San Baudelio sienten la protección del Grial y entienden sus misterios, al tiempo que oyen el canto del muecín de Allah que surge de las fuentes de la vida.

¿Y por qué no? La ubicación de la ermita se encuentra en una zona fronteriza entre las dos rivales y distintas culturas y, por otra parte, los rasgos islámicos son abundantes como una orientación sobre las esquinas, no sobre el lado muro, o sus prismáticos volúmenes exteriores. Pienso que la influencia árabe, mozárabe es intensa.

San Baudelio también es conocido por su expolio legal, las pinturas fueron arrancadas a comienzos del siglo XX lo que produjo un cambio de legislación sobre el patrimonio. Lo que sí que me parece increíble es la devolución de algunas de las pinturas de san Baudelio que hoy vemos en el Prado se devolvieron a cambio del ábside de la segoviana iglesia de san Martín de Fuentidueña.  ¡ Y sucedió en 1957!




Existe una ventana aspillerada en la cabecera y otra semejante a los pies. Dos puertas, la principal en la mitad del muro noreste de gran sencillez y configurada por un arco doble de herradura y otra en el suroeste que daría acceso a una "tribuna" que veremos después.



Cruzar el umbral es asombroso. Pese a haberme informado y saber lo que iba a encontrarme me fascinó. Te encuentras con algo que te rompe los esquemas. Te encuentras a la vez en una mezquita y en una iglesia. 




A la izquierda, elevada por unos escalones, la cabecera. Es un espacio rectangular adosado al este de la nave comunicado con esta por un vano de hechura semejantes a las de la portada de entrada, aunque más ancho. Su función sería separar este espacio sacro con el profano.

En cuanto a las pinturas vemos en lugar preferente las imágenes de S. Nicolás y S. Baudelio, así como la representación del Espíritu Santo en forma de paloma encima del vano. 




El doble arco que une ábside y nave también se encuentra decorado con motivos vegetales y figuras de aves picoteando entre sus patas.




Volvemos a la nave. En el centro una gruesa columna del que parten ocho nervios radiales que apean en los ángulos y en el centro de cada uno de los muros perimetrales del templo. Es como si una palmera de piedra sujetase y abrazase la construcción. 

Como casi todo en S. Baudelio esta palmera tiene un aspecto simbólico e iniciático. La palmera es un árbol amparado por la Diosa Madre, en la iconografía cristiana se lo relaciona con la Virgen y entre los musulmanes sería esa columna que uniría cielo y tierra. 

En el lugar desde donde parten los nervios, las palmas existe un pequeño habitáculo que algunas voces lo señalan como lugar a esconder tesoro o reliquias (teoría que no comparto pues pienso que la reliquia precisa una exposición, no ocultamiento). Juan Eslava Galán da una explicación más esotérica, habla de un uso templario del templo y el habitáculo del que hablaba sería un lugar de iniciación de los templarios, un edículo en el que se encerraría el aspirante. Sería una "linterna de los muertos" usada para ritos de iniciación. Ángel Almazán tiene una visión muy semejante, para él sería un huevo-iniciático, un nicho energético donde se realizaría un rito o ceremonia que hoy desconocemos.  

En la tribuna, semioculta por el pilar, aparece una pequeña cámara. Se desconoce su uso. Tiene forma y entrada de arco mozárabe y conserva restos de pinturas en techumbre y paredes.




Volviendo al nivel inferior tras la significativa pilastra, un "bosquecillo" de 18 columnillas con arcos de herradura. El conjunto divide el espacio en cinco naves y tres tramos o, más bien, en una mínima mezquita.




Al fondo del conjunto, en la esquina orientada al oeste, la entrada a una gruta. Fue el lugar de retiro elegido por el eremita visigodo, origen del templo que vemos y del monasterio que existió y del que hoy no queda ni rastro.





Encima de todo lo anterior existe la tribuna nombrada anteriormente. El acceso a la misma se realiza directamente desde el exterior o, desde interior, por unos estrechos escalones situados a la izquierda. Junto a estas escaleras un altar posterior y, entre ambos, una de las pocas pinturas que se conservan en su lugar que representa una pareja de bóvidos enfrentados.




A esta parte superior lamentablemente no está permitida la visita por lo que no os puedo mostrar las pinturas de este espacio in situ. Su temática es religiosa con escenas de la vida y milagros de Cristo. Estas pinturas no se encuentran ni en san Baudelio ni en España, son parte de aquel expolio legal acaecido a comienzos del siglo XX. Os muestro la Curación del ciego y Resurrección de Lázaro y las Tentaciones de Cristo (The Cloisters. Nueva York) y Entrada en Jerusalén (Museo de Arte de Indianápolis):





Se realizado estudios y elaborado teorías sobre el destino y a quien iban destinados los distintos espacios. Destaco la labor de estudio de san Baudelio realizada por Dª Marta Poza y Dª Milagros Guardia.

Según estos estudios la parte inferior estaría destinada a la aristocracia visigoda del momento que seguramente habrían financiado el templo y por ello estarían a la misma altura que el oficiante. Aquí encontramos 
pinturas que, en principio, podrían calificarse de escenas paganas, cinegéticas. La mayoría de ellas no se encuentran tampoco en su lugar (salvo los anteriormente nombrados bueyes). Lo que sí podemos ver son las improntas que quedaron en los muros tras arrancar las pinturas.

En cambio, la parte superior, la tribuna, sería para los laicos. Este lugar tiene la particularidad que desde allí no se pueden ver las pinturas del nivel inferior, las tendrían vedadas. Aunque hay otros autores que sostienen que este espacio era para uso exclusivo de los frailes.




A continuación, os muestro las pinturas correspondientes a las improntas anteriores. Actualmente las podemos ver en el Museo del Prado, sala 51 (creo recordar).






Entre otros motivos vemos una cacería de liebres, de ciervo... y también animales individualizados como el dromedario, el elefante o el oso. No obstante, estas escenas tendrían un código, una interpretación dirigida a monjes. Éstos contarían con la información suficiente para desencriptar esos códigos. Por ejemplo, 

  • La cacería de liebres. Este animal que simboliza la fragilidad del alma y la concupiscencia, deben de ser acosadas y vencidas.
  • La cacería del ciervo. Suele representar al alma. Su cornamenta, regeneración.
  • El dromedario. San Isidoro le atribuye el valor de la humildad, por arrodillarse al recibir carga. Otros autores lo asocian a la meditación. 
  • El elefante. Fortaleza (lleva un castillo encima). También simboliza la humildad, llegando a asociarse a Cristo.
  • El oso. Se le asociado a la oscuridad por el lugar donde vive. Y también a la gula.


Adosado al ábside existen los restos de la antigua necrópolis datada por los restos encontrados en los siglos XI al XIII Se trata de una veintena de fosas de diversa forma (bañera, antropomorfa...) excavadas en la roca. Se cubrían con lajas de piedra asentadas directamente sobre las rocas. Las tumbas eran reutilizadas, se retiraban los exhumados anteriormente para colocar un nuevo cadáver. Existen también restos de un enterramiento separado al norte del edificio que se caracteriza por estar realizada con lajas verticales.




En estas últimas fotos os muestro otras tomas del lugar. En la de derecha todavía podemos ver aquel pequeño manantial al lado del cual se instalaron hace cientos y cientos de años un eremita primero y unos monjes después.




San Baudelio de Berlanga, un lugar profundamente ecléctico, un lugar que vemos caracteres musulmanes y cristianos, un lugar que vemos juntos distintos estilos artísticos, un lugar maravilloso y mágico.



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