CASTILLO DE BRAN (Rumanía).

 CASTILLO DE BRAN (Rumanía).


Este castillo es uno de los principales atractivos turísticos de la región de Transilvania (territorio situado en el centro de Rumania). Se le identifica como el castillo de Drácula. De igual forma también se ha dicho que fue el castillo de Vlad Tepes. Ambas premisas son falsas. El Empalador no residió aquí aunque se cree que sí permaneció en sus mazmorras, como prisionero, un par de días camino de su triste final. El verdadero castillo de Vlad sería el ruinoso castillo de Poenari, a poco más de cien kilómetros. Toda esta imagen que se ha difundido hace que para llegar a él tengamos que atravesar un centro comercial con abundantes locales de restauración y venta de merchandising de todo tipo.

La fortaleza se encuentra estratégicamente situado en la antigua frontera Valaquia-Transilvania en un promontorio rocoso que está rodeado por una zona boscosa de pinos. De hecho, Bran deriva de la palabra "brana" que significa puerta en eslavo. 




¡ Como no !, al cruzar su umbral nos topamos con una habitación dedicada a ambos personajes. Podremos ver, por ejemplo, un curioso maletín cazavampiros o diversos instrumentos de tortura como la doncella de hierro o el sillón de Judas.




El castillo se encuentra en buenas condiciones de conservación y se encuentra perfectamente amueblado y ambientado. Vayamos con un poco de su historia.

Fue erigido inicialmente por caballeros de la Orden Teutónica en 1212 como punto fortificada a la entrada de un puerto usado durante siglos por comerciantes y lugar de entrada de posibles invasiones. Recordemos que la región pertenecía por entonces al reino de Hungría. Las tierras fueron un regalo a esta Orden con la finalidad de defender la frontera sureste de Transilvania de los cumanos y otros pueblos. De esta primera época queda muy poco, tan sólo un pequeña decoración que os muestro a continuación.




En 1242 fue destruido por los tártaros. A principios del siglo XV fue reconstruido y usado como defensa del imperio otomano y puesto de aduanas. La fortaleza a lo largo de los siglos ha tenido numerosas adecuaciones y ampliaciones. Todo ello nos ha llevado a un castillo bien conservado que impresiona por sus torres y torreones.




Cuenta con un patio interior al que asoman multitud de balconadas y en el que destaca un bello y decorado brocal.




La ciudadela alberga  más de cincuenta habitaciones a las que se llega por estrechas y sinuosas escaleras. Muchas de estas habitaciones están conectadas por pasadizos y pasajes subterráneos.




Entre la decoración encontramos armas y armaduras que van de los siglos XIV al XIX.




Pero, sigamos recorriendo su historia. Al acabar la Primera Guerra Mundial, en 1920, Transilvania fue cedida al reino de Rumania por lo que el castillo paso a depender a la administración rumana. Entre 1920 y 1957 fue residencia real pues pasó a ser propiedad de la reina María de Rumanía y más tarde fue heredado por su hija Ileana. Actualmente, desde 2009, pertenece a la familia de los Habsburgo. Es por ello que muchos de los muebles  y arte que lo decoran son donaciones de la reina María y de los Habsburgo. 





Entre los elementos más valiosos que podemos admirar son la Corona, el Cetro y una daga de oro del rey Fernando I, un retrato de la princesa Ileana con su firma y el libro de visitas de la reina María (que contiene las improntas de todas las personalidades que pasaron por el castillo a lo largo de más de treinta años).





Antes de abandonar el lugar es recomendable dar un paseo por los jardines adyacentes para ver y admirar la fortaleza desde otras perspectivas, y donde podremos encontrarnos alguna sorpresa.







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