SAN MIGUEL DE ARALAR. (Huarte-Araquil. Navarra).


El templo que hoy visitaremos se encuentra en la sierra de Aralar, en la loma de Putregain, entre Navarra y Gipuzkoa. Esta sierra tiene un amplio número de monumentos megalíticos que  datan de hace 5000 años por lo que no sería extraño que en el lugar que hoy está San Miguel hubiera en su momento un dolmen principal. Más tarde, la romanización asumiría el carácter sagrado del lugar y construiría un templo a sus dioses que protegería a quienes transitaban por la calzada romana que uniría Asturica Augusta (Astorga) con (Burdigala) Burdeos. Con la llegada de los primeros cristianos el lugar volvió a transformarse al nuevo culto.

San Miguel de Aralar ya aparece en un documento de Sancho III el Mayor datado en 1032 refiriéndose a los límites de la diócesis de Pamplona. En los siglos XI y XII hay nuevas y diversas referencias de dotación y confirmación de privilegios y propiedades al lugar.




Comenzaré contándoos la leyenda de este fantástico lugar.
 
El protagonista de la leyenda es Teodosio, un caballero navarro que vivió en tiempos del rey Witiza, en el siglo VIII. Descendiente del linaje de los Goñi, se casó con doña Constanza de Butrón y Vianda. Eran tiempos de guerra en que los pueblos del norte de la península ibérica se defendían de la invasión musulmana, y Teodosio hubo de abandonar su casa y marchar a la guerra. Tras una larga ausencia pudo volver a su valle natal y poco antes de avistar su pueblo se cruzó en el camino con un peregrino, que en realidad era el demonio disfrazado, quien le dijo que su esposa Constanza le era infiel con un criado y que éste compartía con ella el lecho en la casa conyugal.

Ciego de ira por esta afrenta, Teodosio llegó a su casa, entró en su dormitorio y entrevió dos cuerpos que yacían en la cama. Seguro de su deshonra, sacó su espada y arremetió contra ellos una y otra vez con todas sus fuerzas, hasta que sus manos se cubrieron de sangre. Salió de la casa y, con gran estupor, vio en la plaza a su esposa Constanza, que regresaba de la iglesia. La alegría que ésta demostró por el regreso de su marido se convirtió pronto en horror y desolación de ambos al comprobar que a quienes había asesinado Teodosio era a sus propios padres, a los cuales Constanza había invitado a vivir en su casa durante la ausencia de Teodosio.

Teodosio confesó su horrendo crimen al párroco Juan de Vergara y al obispo de Pamplona, Marcial, quien le ordenó que fuera a Roma como peregrino para solicitar la absolución del Papa Juan VII. Éste le impuso la penitencia de vivir fuera de toda población, llevando una gruesa cadena ceñida al cuello y a la cintura y una cruz de madera a cuestas, hasta el día en que, por el desgaste, la cadena quedara rota.

Vagó Teodosio por los montes de Hayedo, Andía y posteriormente de Aralar durante siete largos años. Un día del año 714, se encontraba en una de las cumbres de esta sierra, próximo, sin saberlo, a la boca de una sima en cuyas profundidades, según los vecinos del lugar, vivía un dragón (llamado Herensuge) que mataba personas y ganados fulminándolos con su lengua de fuego. Repentinamente el monstruo surgió de la caverna y Teodosio se encomendó a San Miguel. El arcángel descendió del cielo dentro de un gran resplandor, portando sobre su cabeza una cruz, aniquiló al dragón y rompió las cadenas de Teodosio.

Liberado de su penitencia, Teodosio volvió a Goñi y tras abrazar a su esposa y a su hijo Miguel, regresó posteriormente a la cumbre de Aralar, donde consagró el resto de su vida al culto a San Miguel, construyendo un templo en su honor.

En la imagen 1 os muestro la planta actual del templo con sus periodos constructivos de los siglos XI y XII. Sin embargo, tenemos también constancia de la existencia de una iglesia prerrománica carolingia construida durante los siglos IX y X que se cree fue destruida por Abderramán III en 924.

Accedemos al templo por un corredor situado en el muro sur (imagen 2).




Nos adentramos por una portada abocinada con cuatro arquivoltas de sección cuadrada sobre pilastras que da paso a la derecha del citado corredor (imagen 3). Llegamos a un nártex (imagen 4) o pórtico, se trata de una estructura a modo de nave transversal abovedada que cobija sus tres portadas correspondientes con cada una de las tres naves, siendo las laterales muy sencillas y la central de mayor monumentalidad naves de la iglesia, marcada por arcos fajones dobles sobre pilastras también dobles.

Las tres naves tienen cuatro tramos cubiertos con bóveda de cañón y separados por arcos de medio punto sobre pilares cruciformes. Veamos la nave principal.

En el tercer tramo de la nave central fue habilitada, probablemente hacia 1175, una singular capilla independiente dedicada a San Miguel dotada de dos portadas y cubierta con bóveda de cañón apuntada. No está adosada a ningún muro ya existente. Es singular, es como construir un templo dentro de otro templo. Está orientada al este, consta de cuatro muros y tejado a dos aguas. La capilla  se levantaría en el centro de la nave y sobre la gruta en la que la tradición sitúa la aparición del arcángel, es la capilla de San Miguel. La tradición popular que surge a consecuencia de la leyenda mantiene que la efigie de madera del Arcángel –hoy recubierta de plata sobredorada- que se venera actualmente en el santuario, fue dejada por San Miguel en su aparición. En su interior se custodia un trozo de Lignum Crucis.




A la derecha del altar hay un pequeño hueco que dice la tradición comunica el templo con la sima donde moraba el dragón aniquilado según la leyenda. También es costumbre meter la cabeza en el agujero y rezar un credo para seguir manteniendo el mal en su interior. 

 También mantiene esta tradición que las cadenas que permanecen colgadas en el exterior de la capilla son las que llevó Teodosio hasta su liberación y que realizando el rito de colocárselas sobre los hombros. 




Las tres naves rematan en la cabecera cada una de ellas en su correspondiente ábside semicircular, siendo el central de mayor tamaño y de planta poligonal al exterior, y los laterales más pequeños y resueltos con bóvedas de cuarto de esfera. el tramo de la nave central inmediatamente anterior al presbiterio se alza una hermosa cúpula poligonal sobre trompas, modificada tras una de las restauraciones realizadas.



La decoración interior es escasa. Os muestro un par de capiteles, el de la imagen 14 me gusto especialmente: un green man de cuya boca salen unos tallos vegetales.


Pero la autentica joya de San Miguel de Aralar es su frontal, un magnífico frontal románico esmaltado. Es el tercero junto con el de Orense y el de Burgos-Silos de los tres grandes frontales de España. Sobre el mismo no se ha conservado testimonio documental alguno, siendo un misterio su origen, su procedencia, su cronología y, en definitiva, su razón de ser. Sin embargo dado su valor no sería extraño un patrocinio real o eclesial y que su destino fuese en principio la catedral de Pamplona y después fue trasladado aquí, a la capilla de san Miguel. Actualmente se encuentra presidiendo el altar mayor. Fue elaborada a finales del siglo XII con influencia francesa, de Limoges.

Tiene forma rectangular midiendo de 194 centímetros de lado por 120 de altura y consta de un alma de madera dorada a base de esmaltes con técnica champlevé y enriquecida mediante incrustaciones de distintas piedras preciosas y cristales de roca. Iconográficamente, preside la composición la Virgen con el Niño como trono de sabiduría, individualizada en una mandarla lobulada y flanqueada por el Tetramorfos. A su lado y dentro de arquerías en doble registro, se reconocen a los Apóstoles en la parte superior y en la inferior, los tres Reyes Magos, la Anunciación, San José...



A nivel telúrico el investigador Epifanio Alcañiz señala dos especiales puntos. El templo estaría levantado sobre un primer vórtice de 24500 UB que se localiza en la capilla interior, exactamente en el lugar donde se venera la esfinge del Arcángel. El otro vórtice, en este caso de 13500 UB estaría localizado en el ábside central, tras el altar mayor.

Saliendo al exterior encontramos dos estructuras: la ermita de la Trinidad y un necesario aljibe pues el terreno es muy kárstico. Un último apunte, en mi última visita me encontré con una romería al lugar aunque nada parecida a la reflejada en una placa que encontramos en el interior: "En los días 28 y 29 de agosto de 1899 tuvo lugar una peregrinación … que concurrieron 18000 personas y 200 sacerdotes... asistiendo la capilla de música de la catedral de Pamplona".





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