IGLESIA DEL CRUCIFIJO (Puente la Reina. Navarra).
Continuando nuestro recorrido llegamos a Puente la Reina. En esta población se unen los dos ramales principales del Camino de Santiago francés, desde allí parte también el Camino de la Veracruz a Caravaca de la Cruz y allí fue donde se estableció la primera encomienda templaria, y quizá más importante, de Navarra. Pero la presencia de los monjes soldados en la población puede remontarse a los tiempos de Alfonso I el Batallador quien en 1122 le concedió un fuero a la villa. Este fuero fue ratificado por García Ramírez el Restaurador en 1142:
"Aquella mi villa vieja que di a los frailes de la Milicia del Templo de Salomón"
Al principio estos templarios se ubicaron en la zona de Zubiarrutia cerca del puente del siglo XI pero más tarde se trasladaron a la Villa Vieja en torno a la iglesia de Santa María de los Huertos donde realizaban sus actividades de ayuda y protección a los peregrinos. Justo al lado se encuentra el albergue de los Padres Reparadores, el antiguo hospital de peregrinos.
Actualmente esta iglesia se llama Iglesia del Crucifijo (imágenes 1,2 y 3) y ella es, entre otros lugares, el interés de nuestra visita a esta villa.
Desde el exterior llama la atención la existencia de un nártex, que une el templo con el antiguo hospital de peregrinos. La torre, posterior, fue rematada en el siglo XVII.
Su portada está orientada al Sur. Es apuntada y se compone de seis arquivoltas que descansan en tres parejas de capiteles y jambas rectas. Los fustes están decorados con motivos geométricos (imagen 10).
Las arquivoltas están profusamente decoradas con decoración vegetal, conchas, retículas, animales grotescos y fantásticos, pájaros, rostros... (imágenes 6,7,8 y 9) En el revoltijo de figuras que parecen representar la condena a la avaricia, a la lujuria y demás pecados, aunque también aparecen un ángel, un apóstol, el reposo de los Reyes Magos o piñas que pueden simbolizar la inmortalidad. Otra curiosidad es que muchas de las figuras están duplicadas, quizá marcando la clara dualidad templaria.
En cuanto a los capiteles, tienen temática vegetal o faunística. Me llamó especialmente la atención el que muestro en la imagen 12. En este capitel vemos dos ocas enlazadas por el cuello en un decorado vegetal con piñas, volvemos a encontrar la dualidad y el simbolismo.
Pasemos al interior. En la imagen 13 os muestro la planta del templo. Vemos una iglesia con dos naves muy diferentes, la originaria del siglo XII y la ampliación del XIV. La más antigua, de estilo románico, presenta cinco tramos cubiertos por bóveda de cañón ligeramente apuntada. Sobre el lado del Evangelio se erigió posteriormente otra nave de estilo gótico, con cuatro tramos, cubiertos por bóveda de cañón apuntada (imagen 14).
En la cabecera de la nave románica, con bóveda ligeramente apuntada, se encuentra la Virgen de los Huertos (imágenes 15 y 16). La virgen original era una Virgen negra, pero desapareció en el siglo XIX. A los pies, hay un coro alto de madera sobre el que un óculo derrama luz al templo (imagen 17).
En la nave añadida en el siglo XVI, gótica, encontramos un especial Cristo que da el nombre actual al templo. Se trata de un Cristo crucificado en una cruz con forma de Pata de Oca, los maderos semejan un árbol sin labrar y la corona, está formada por dos gruesas sogas trenzadas con grandes espinas (imágenes 18 y 19).
El origen de la talla no está claro, aunque los expertos aseguran que se trata de una imagen propia de la región renana. La primera referencia documentada del Cristo data de 1325.
Juan G. Atienza en "Leyendas del Camino de Santiago" nos indica una leyenda sobre el mismo:
"A principios del siglo XIV, un grupo de peregrinos alemanes llegó hasta el hospital del Crucifijo. Llevaban consigo, a modo de penitencia añadida en su viaje, una hermosa imagen de Cristo crucificado. Uno de los peregrinos venía enfermo de gravedad y tuvo que quedarse en el albergue, mientras sus compañeros seguían viaje a Compostela. A su regreso, el enfermo los esperaba totalmente recuperado y los peregrinos decidieron donar el crucifijo al hospital, como agradecimiento por los cuidados que se habían prestado a su compañero".
En el interior de la iglesia se encontraba el enterramiento de don Juan de Beaumont, prior de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén y tutor del Príncipe Carlos de Viana. Era un sepulcro de alabastro de estilo renacentista, de mediados del siglo XVI, que se colocó en la nave gótica. Debió de ser destruido durante la primera guerra carlista del siglo XIX.
Después de la disolución de la Orden del Temple a pertenecer a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, aunque no se hizo cargo de sus bienes en la villa hasta 1443. A mediados del siglo XV se crearon junto a la iglesia, el convento de Sanjuanistas y un hospital para el cuidado de los peregrinos que se dirigían a Compostela (en la imagen 20 os muestro el frontón de su puerta de entrada).
De la atención del hospital se responsabilizó en 1469 la cofradía del Crucifijo, que dio nombre al templo. Abandonado durante años tras las desamortizaciones y las guerras carlistas, los Padres Reparadores se hicieron cargo del conjunto en 1919, lo que permitió su conservación.
Pero Puente de la Reina nos puede ofrecer muchos más alicientes. Siguiendo el Camino de Santiago, recorriendo su Rúa Mayor (imágenes 21 y 22) llegaremos al conocido puente medieval de la localidad. Sin embargo, debemos hacer una parada hacia la mitad de la calle: iglesia de Santiago. Del primitivo templo de origen románico se conservan algunos muros exteriores y dos de sus portadas, una a los pies del templo y la otra en el lado de la Epístola. La primera, en una calleja transversal, corresponde a finales del siglo XII (imagen 23).
La segunda portada resulta mucho más espectacular (imagen 24). Construida a comienzos del siglo XIII, destaca por sus cinco arquivoltas decoradas con esculturas muy desgastadas por el tiempo (imágenes 25 y 26) y por su arco interior lobulado de influencia morisca (imagen 27).
En su espacioso interior, cubierto por bóvedas de crucería estrellada, destaca un retablo mayor del siglo XVIII y dedicado al Apóstol (imagen 28). Pero son dos esculturas góticas, una frente a otra adosadas a los muros laterales del templo, sobre las que el visitante termina fijando su atención. La de madera policromada, que luce en el muro norte, es la del popular “Santiyako Beltza” o Santiago el Negro (imagen 29). La del muro sur, de piedra policromada, representa a San Bartolomé a tamaño casi natural (imagen 30).
Siguiendo la calle llegaremos al puente románico que da nombre a la localidad. Fue construido en la primera mitad del siglo XI, por iniciativa de una de estas dos reinas: doña Mayor de Castilla, esposa de Sancho el Mayor o de doña Estefanía, mujer de García de Nájera. Mide 110 metros de largo por cuatro de ancho y cuenta con siete arcos de medio punto, el más oriental bajo tierra (imágenes 31 y 32).
El puente estuvo defendido por dos torreones situados en sus extremos y tuvo una torre central abovedada coincidiendo con su parte más elevada. En su interior albergaba una pequeña capilla que custodiaba una talla renacentista de la patrona de la villa, la Virgen de Puy (imagen 33), muy venerada, labrada en piedra a comienzos del siglo XVI. En 1843 esta virgen fue trasladada a la parroquia de S. Pedro al derrumbarse esta capilla/torre central. También se derribó la torre occidental perdiendo el puente su aspecto defensivo original. El portal de la Carnicería, llamado así por el barrio en el que se encontraba, fue el último que se derribó y el único que se ha reconstruido (imagen 34). Esta torre servía para controlar el paso de peregrinos, personas, animales, enseres, petición de limosnas (imagen 35) y cobro de portazgo y era una de las cuatro entradas o puertas que tenía la ciudad medieval.
Voy a acabar con una leyenda: allá por 1823, los puentesinos repararon en que una avecilla, un txori, visitaba la capilla que la Virgen del Puy tenía en la torreta central del puente románico. El minúsculo pájaro volaba de vez en cuando hasta allí para rendir homenaje a la Virgen limpiando devotamente con sus alas las telarañas de la imagen y lavando el rostro de la Señora con el agua del río que recogía en su pico. Los lugareños quedaron extasiados ante tal maravilla y andaban ojo avizor para no perderse la contemplación de las piadosas andanzas del pajarillo. No tardó en considerar que sus visitas podían ser anuncio de buenos presagios, ordenándose que sus apariciones se celebrarán con repique general de campanas y solemnes celebraciones religiosas…
✠ ✠ ✠ nnDnn ✠ ✠ ✠ y buen Camino.
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