EL MONASTERIO DE SAN PEDRO DE LAS ROCAS (Esgos. Ourense).

Existe una leyenda en tierras gallegas que nos dice que Júpiter estaba enamorado de esta hermosa tierra y que, para poseerla, la atravesó con un río: el Miño. Su esposa, la diosa Juno, celosa por tener que compartir el amor del dios, pensó que si en la faz de aquella hermosura abría una gran herida, Júpiter acabaría rechazándola. Esta herida, que en algunos lugares llega a los 500 metros de profundidad, es lo que se conoce como Cañones del Sil, la Ribeira Sacra. Y en este lugar, tierra de viñedos, monasterios y leyendas, se esconde nuestro destino de hoy: el Monasterio de San Pedro de Rocas. Es uno de los monasterios cristianos más antiguos de la península y posiblemente de Europa. 

El cenobio se encontraba situado en el monte Barbeirón, rodeado de formaciones rocosas. Este monasterio, único por estar excavado en la roca natural, fue uno de los primeros asentamientos eremitas en estas tierras. En el museo arqueológico de Ourense se conserva una lápida de granito (imagen 1) encontrada en S. Pedro de las Rocas que nos da una posible fecha fundacional, el 611 de la era hispánica (nuestro 573).



La inscripción podría traducirse por: "Esto es la herencia de todos nosotros: Eufraxi, Eusani, Quinedi, Eati, Flavio y Ruve (y consagrado) en la era (hispánica) de 611". Se piensa que representa la transición de una serie de anacoretas a una vida más o menos monástica hasta las incursiones árabes al comienzo del siglo VIII cuando los monjes deciden abandonar el monasterio.

No es hasta finales del siglo IX cuando produce la restauración del monasterio a manos de un caballero llamado Gemodus que lo encontró casualmente cuando, dice la leyenda, perseguía un jabalí y, asombrado por el lugar, decidió quedarse allí como ermitaño A él se unieron otros caballeros que lo nombraron abad y fundaron una comunidad monástica. Alfonso III el Magno le concedió una serie de privilegios e implantó la regla benedictina.

Sin embargo, hay restos anteriores: en el exterior vemos un gran monolito (imagen 2). Se cree que es un altar prerromano. En él hay unas escaleras labradas en la roca y unas oquedades. Enfrente hay otro monolito tallado (imagen 3), en la zona donde se asentó la comunidad en el siglo VI, y marcando la cristianización del lugar. Es una cátedra episcopal o sitial abacial, único.



La iglesia, como todo el conjunto, es el resultado de las superposiciones y añadiduras de toda su historia, historia en la que, por otra parte, se han producido varios e importantes incendios.

La iglesia primitiva nace a partir de las cuevas que los anacoretas fueron excavando en la roca. Estas cuevas trazaron los ejes de tres naves, la central de mayor tamaño (imagen 4), con un techo con forma de bóveda de medio cañón y con un agujero en su parte central para un poco de luz al recinto (imagen 5). 




En el siglo XIV, al crecer la comunidad, se abre una nave transversal a los pies de la iglesia para ampliarla. En 1988 se levantó el enlosado de esta nave y se descubrieron una serie de tumbas que hoy quedan a la vista. Se ha constatado que las sepulturas nos indican que hubo tres períodos diferenciados en la construcción de la iglesia: la primitiva o prerrománica, anterior al siglo X, la románica en el siglo XII y una tercera en reformas posteriores de los siglos XVI y XVII (imágenes 6,7 y 8).





En cuanto al interior del templo, consta de tres capillas que forman tres naves separadas por arcos. La cueva de la derecha tiene una portada diferente, pudiéndose ser esta añadida posteriormente. Los arcos constan de columnas adosadas y capiteles labrados directamente en la roca. La nave central es más ancha y larga que las laterales. debajo de esta se encontraron cuatro tumbas sin forma antropomorfa y una más que si la tenía y se encontraba sellada. Hasta 1936 se mantuvo una planta superior de madera que fue destruida por un incendio. 




En el museo arqueológico de Ourense podemos ver también el pie original de esta iglesia (imagen 11). Es un bloque de granito con forma de prisma de unos 75 centímetros  de altura. Está decorado con un doble arco de herradura por cara y existe una cavidad en su interior, seguramente para guardar en ella las correspondientes reliquias.

Un aspecto muy interesante de este lugar es que en una de sus capillas, en la de la izquierda, se conserva uno de los pocos mapamundis románicos datado entre 1175 y 1200. Su conservación no es buena. En el mismo vemos a la ciudad de Jerusalén en el centro, figuran solamente tres continentes (Europa, Asia y África) y sitúa a los apóstoles en el lugar que cada uno de ellos evangelizó. A continuación os muestro unas fotos del mismo publicadas por La Voz de Galicia (imágenes 12,13,14 y 15). En este mismo lugar es donde se supone que estaba el sepulcro del caballero Gemodus que antes mencioné.







Entre la casa rectoral y la capilla nos encontramos con ocho sepulturas antropomórficas excavadas directamente en la roca. Todas ellas con rebaje para la tapa. Se cuenta que cada monje debía labrar su propia tumba como acto de reflexión. Es posible que en este lugar se erigiera el claustro y el cementerio del antiguo monasterio.

  La casa rectoral nombrada fue construida en el siglo XVII con las piedras graníticas del antiguo monasterio (imagen 16). De planta cuadrangular y sillería, presenta balconadas apoyadas en ménsulas típicas del barroco gallego en dos de sus esquinas (imagen 17). El edificio rectoral es sede de un museo etnográfico y de interpretación de la Ribeira Sacra donde podremos encontrar restos arqueológicos del monasterio y mucho más.





El campanario es quizás la imagen más famosa de este monasterio (imágenes 19 y 20). A una altura de unos 15 metros y sobre una gran roca se asienta dicho campanario. Fue construido en el siglo XV por Gonzalo de Penalva. Excavada en esta roca se abre un gran arco por el que se accede a otras antiguas dependencias. Detrás de este suben unas escalaras de piedra que llevan a lo alto del doble campanario, cuyas campanas fueron llevadas a la iglesia de la próxima población de Quinta del Monte. Una vez atravesado este arco, a mano derecha aparece una muralla que encierra lo que fue el antiguo cementerio parroquial, del que de conservan unos nichos (imagen 21). Es aquí donde algunos sitúan el antiguo monasterio medieval.




Si seguimos un poco más llegaremos a  una antigua calzada pétrea que nos conducirá por una frondoso bosque y bajo grandes rocas a la conocida como “Fuente de San Bieito” o San Benito, cuyas aguas, según los vecinos tiene propiedades milagrosas pues hacen desaparecer las verrugas de los que allí se lavan. Basta con sumergir la parte afectada y rezar un Padrenuestro. Dicha fuente no es un manantial sino una formación natural que recoge las aguas de las laderas del monte. La fuente se haya excavada también en la roca. Esto y los canales artificiales excavados en la piedra que veremos a lo largo del monasterio hacen pensar en un curioso culto al agua o a sus propiedades. Entre las tumbas y sarcófagos también discurren estos canales, quizás para que el agua fundiera los cuerpos de los difuntos con la tierra y la naturaleza.




Pero es que las leyendas no acaban aquí. También se cuenta que bajo el monasterio se oculta un túnel que esconde una viga de oro, y que todo aquél que se atreva a tocarla se convertirá en alquitrán. O que en tiempos de la Inquisición se traían aquí a las mujeres pecadoras para torturarlas con el método de la pinga. Una gota de agua que caía constantemente sobre sus cabezas hasta hacerlas morir de locura. Historias, leyendas, tradiciones... algo que siempre encontramos (y me encanta) en la mágica Galicia.

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