BASÍLICA MENOR DE SANTA ENGRACIA I (Monasterio-portada) (Zaragoza)

 BASÍLICA MENOR DE SANTA ENGRACIA I (Monasterio-portada) (Zaragoza)

Nos encontramos ante un templo cuya portada es lo único que nos queda de un grandioso monasterio jerónimo comenzado a construir a finales del siglo XV (imagen 1) . Hoy veremos un poco de su historia y analizaremos esa portada. Se trata de un lugar donde se mezclan historia aragonesa, leyenda y arte.




Empezaremos trasladándonos mentalmente al siglo IV. Nos hallamos bajo el poder del emperador Diocleciano conocido por sus persecuciones contra los cristianos. Daciano, gobernador de Cesaraugusta, dirigía la represión y persecución en la ciudad. En un momento dado engañó a los cristianos diciéndoles que todos los que salieran por la Puerta Cinegia, la puerta sur, se les perdonaría la vida. La realidad era que los iban matando según abandonaban la ciudad. Sus cuerpos fueron quemados en una pira mezclados con los de delincuentes para que no fueran veneradas sus cenizas. Sin embargo, una milagrosa lluvia separó los dos tipos de cenizas siendo las de los mártires de color blanco. Son las Santas Masas que veremos referenciados por el templo. Estos restos, estás cenizas reposan, se encuentran, en la cripta de santa Engracia. Bien, santa Engracia era una princesa lusa que camino de la Galia Narbonense para casarse se encontraba en la ciudad cesaraugustana acompañada de 18 nobles. Engracia fue a recriminar al gobernador Daciano tal actitud, éste al contemplar a la joven quedó ensimismado por su belleza y quiso yacer con ella además de intentar persuadirla para que abandonase su fe cristiana. Ante su negativa dice la tradición que fue flagelada, la hizo arrastrar por caballos, rasgar su cuerpo con uñas de acero, hasta sacarle un trozo del hígado, cortarle un pecho y, por último, clavarle un clavo en la frente. Sus restos se encuentran también en la cripta junto a los de su tío san Lupercio (que era uno de sus 18 acompañantes). En el mismo lugar se encuentran asimismo los restos de san Lamberto, patrón de los agricultores aragoneses. 

Pasemos a la historia del templo. En 2008 se realizaron unas excavaciones que permitieron confirmar la datación de un primitivo templo a comienzos del s. IV. Se encontró el pavimento original con una nave principal y dos laterales. La orientación era al este con un baptisterio en la entrada, al oeste. Se piensa que en él fueron bautizados los neófitos de la población del s. IV al s. VII.

Durante la época musulmana fue templo mozárabe,  y era conocido con el nombre de "Iglesia de las santas Masas". Se hallaba en el arrabal mozárabe, extramuros de la medina.

Sobre los restos de la iglesia mozárabe fue construido entre los s XV y s. XVI el grandioso monasterio de santa Engracia promovido en forma de promesa por Juan II ante una operación de cataratas que fue realizada por el médico judío Cresques Abnarrabí. La operación fue un éxito pero el monarca aragonés no pudo cumplir su promesa por lo que el compromiso fue adquirido por su hijo Fernando el Católico y a su muerte, su biznieto Carlos V acabó el proyecto. Entre todos ellos llegaron a erigir un magnífico conjunto monástico jerónimo de estilo mudéjar renacentista sobre una cripta que alberga todos los restos y reliquias anteriormente citados. Las joyas del monasterio eran el Claustro Grande (imagen 2) de los dos que poseía y la portada que todavía se conserva en gran parte. También se dice que contaba con una importante biblioteca que tenía en el s. XVI unos 2000 volúmenes. El monasterio fue muy afectado por los Sitios de Zaragoza siendo volado por las tropas francesas, durante su retirada del primer sitio, en la noche del 13 al 14 de agosto de 1808. El conjunto quedó muy dañado y fue definitivamente derribado en 1836, quedando solamente en pie la portada de la iglesia con grandes daños.

Hoy en día solamente podemos contemplar la citada portada de alabastro reconstruida. La original fue realizada por Gil Morlanes (padre e hijo) entre 1511 y 1517. Fue modificada hacia mitad del s. XVIII y una tercera vez a finales del s. XIX en la que, con la construcción de un nuevo templo, el escultor aragonés Carlos Palao restauró las esculturas, sustituyó algunas y volvió a montarla (imagen 3). 



La fachada tiene forma de retablo. La iconografía corresponde a su carácter de fundación real, de iglesia martirial y al ser un monasterio jerónimo encontramos devociones muy concretas. Toda la escenografía culmina en El Calvario (imagen 4) en un tercer nivel. Franqueando este calvario hallamos dos alegorías (representación en la que las figuras y detalles tienen un significado simbólico). La figura de la derecha representa la Sinagoga judía (imagen 6) en la forma de una mujer mayor que la anterior con los ojos vendados, corona medio caída y que porta las tablas de la ley que Dios entregó a Moisés en el Sinaí.La figura de la izquierda representa a la Iglesia (imagen 5) en la forma de una mujer joven relajada que sujeta unos pergaminos (la palabra que revela a Jesucristo como el Hijo de Dios) o una antorcha encendida. Quizá nos parecen indicar que si la tradición y el pueblo judío no supieron reconocer en el Crucificado a su Salvador, la Iglesia va a tomar en sus manos la antorcha para llevar la luz a los hombres y las naciones. Debemos tener en cuenta que esta portada fue iniciada por Gil Morlanes en 1511, 19 años después de la expulsión de los judíos de Zaragoza. Podría ser un aviso a los conversos nostálgicos para que abandonaran sus postulados judaizantes.
 




 Por debajo del mismo encontramos la Virgen de las Santas Masas flanqueada por unos Reyes Católicos orantes (imagen 7). A la derecha tenemos a Fernando acompañado por san Jerónimo y san Juan Bautista con su vestimenta de piel de camello. A la izquierda encontramos a Isabel acompañada por santa Catalina de Alejandría y santa Paula (recordemos que se trataba de un monasterio jerónimo). En este mismo nivel encontramos a san Lupercio y san Lamberto con la cabeza en las manos. Junto a ellos, dos hombres de armas (en ellos encontramos un error del montaje de principios del s. XIX, los escudos y los brazos que los portan están intercambiados).




En el primer nivel (imagen 8) encontramos la puerta de entrada. Ha desaparecido el parteluz original con la figura de santa Engracia y los medallones que se encontraban en el tímpano. Rodeando este tímpano cubierto hoy con  una elaborada reja y dos arquivoltas decoradas con 31 querubines (con seis alas como los descritos por el profeta Ezequiel pero con un aspecto nada terrible) y en las esquinas el escudo de los Reyes Católicos (imagen 9). 



 
Sosteniendo las arquivoltas cuatro esculturas de mártires y obispos confesores. Se trata de san Prudencio, san Vicente (imagen10), san Valero y san Esteban (imagen 11).





A los lados, entre columnas, encontramos los pilares de la Iglesia en Occidente, los Padres de Occidente: san Agustín, san Gregorio Magno, san Ambrosio y san Jerónimo, todos portan un libro en las manos (imágenes 12,13,14 y 15)





Otra iconografía a destacar son cuatro tondos que también aparecen entre las columnas. De una parte tenemos a Murcio Scaevola (imagen 16) y Porsena. Recordemos. Estamos a finales del siglo IV a. C., la joven república romana está en lucha con los etruscos. Roma está asediada por sus enemigos. Murcio se adentra en el campamento enemigo con intención de asesinar al rey etrusco Porsena (imagen 17). Podemos considerarlo un ejemplo de Valor. Murcio falló en su intento, mató a un guardia y fue detenido, llevado ante el rey y, al ver su error, no dudó en meter su mano derecha entre brasas. Ante el arrojo del joven Porsena lo dejó libre, pasando a representar la Magnanimidad de todo buen gobernante.





Por otro lado, tenemos a Marco Antonio (imagen 18), asesinado por los partidarios de su enemigo, de Cayo Mario. Cicerón escribió sobre él que con su elocuencia Antonio había igualado a Roma con Grecia. En algunas ocasiones se ha utilizado como símbolo de la Veracidad. Y por último tenemos a Numa Pompilio. Segundo rey de Roma, se le atribuye su organización religiosa. Puede simbolizar la Justicia.




Es muy curioso ver representados en la portada de una iglesia este conjunto de valores claramente laicos. Pero hay más. Trás las columnas, encontramos nuevos personajes. Pienso que nos encontramos con Gil Morlanes (hijo)(imagen 21) y su esposa Isabel Aymerich (imagen 20) y los emperadores romanos Augusto y Vespasiano (imagen 22).





Encima de la portada encontramos a san Fernando y a santa Bárbara posiblemente una referencia a Fernando VI y su esposa Bárbara de Braganza. Y en el vértice del edificio una imagen de Santa Engracia junto a una columna (imagen 23). Bien, traspasemos el umbral del templo. Nos encontraremos con una iglesia construida entre 1891 y 1899 por Mariano López Altaoja, arquitecto zaragozano. La iglesia consta de una única nave con capillas entre los contrafuertes. La cabecera consta de un retablo (imagen 24) que repitiendo el esquema de la portada nos muestra el martirio de santa Engracia. Preside el altar, suspendido, un Cristo inspirado en el crucificado que corona la portada. Nos resta visitar la cripta pero pienso que se merece una entrada propia en el blog.





Quisiera acabar con una leyenda relacionada con el lugar, me recuerda a la "Santa Compaña" Esta tradición la recoge el jesuita Ramón Cue en su libro "Zaragoza. Capital del martirio". Llega a aportar dos testimonios concretos de soldados que aseguran haberse encontrado con el desfile de las santas Masas estando de servicio a altas horas de la madrugada. El primero tuvo lugar la noche del 19 de diciembre de 1591, víspera de la decapitación del Justicia de Aragón, cuando la ciudad estaba ocupada por las tropas de Felipe II, y el testigo fue el reputado militar Alonso Vargas. El segundo aconteció la víspera de la Batalla de Zaragoza el 19 de agosto de 1710 en el transcurso de la Guerra de Sucesión en la que murieron más de 5000 personas. El testigo fue un soldado apostado en un cuartel junto al Monasterio de santa Engracia. En esta ocasión, asegura que las Santas Masas se aparecieron vestidas con hábitos blancos y portando velas encendidas...





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