CASTILLO DE MONTEARAGÓN (Quicena.Huesca).

CASTILLO DE MONTEARAGÓN (Quicena. HUESCA).

Hoy visitamos el castillo de Montearagón, un lugar profundamente enraizado con la Historia de Aragón y la Reconquista. Para conocerlo y sentirlo debemos viajar en el tiempo hasta 1085, año de su fundación. Fue estratégicamente construido por el rey Sancho Ramírez para ayudar en la reconquista de Huesca a los musulmanes de la Taifa. Está ubicado en el monte Aragón teniendo una vista y control de toda la Hoya de Huesca. La leyenda nos dice que el rey aprovechó el cobijo de la niebla, habitual en la hoya, para la construcción de la fortaleza. Lamentablemente no pudo realizar sus planes pues durante un reconocimiento de las defensas oscenses el rey fue alcanzado por una saeta en la axila y murió. Su hijo, Pedro I continuará la lucha. Y será en 1096, en la batalla de Alcoraz cuando las tropas aragonesas vencieron a las musulmanas que eran ayudadas por huestes castellanas. Según la tradición y la leyenda san Jorge apareció en el campo de batalla ayudando a que Huesca fuese la primera ciudad musulmana incorporada al Reino de Aragón.

El conjunto fue concebido como un conjunto arquitectónico formado por un castillo, iglesia y monasterio real. Fue también residencia de Sancho Ramírez y lugar de Cortes hasta su muerte y Panteón Real de reyes como el propio Sancho o Alfonso I, el Batallador.

El castillo se encuentra en un estado ruinoso. Se han hecho actuaciones para evitar su ruina total y está previsto en un futuro cercano una consolidación y restauración. Debemos hacer uso de la imaginación y verlo con todo su poderío, dos murallas, 10 torres incluida la albarrana y, sobre todo, tres metros más de altura.


El perímetro amurallado del castillo tenía forma de irregular hexágono, con una iglesia adosada y formando parte de la muralla. Contaba con doble muralla con camino de ronda entre ambas, de la exterior apenas queda nada. Su fábrica es de sillar bien cortado al que la erosión alveolar está causando estragos. Su extensión es importante, 100 metros en un eje este-oeste y 55 en el eje norte-sur. De las 10 torres que tuvo en origen serían las más importantes: al oeste  una de planta poligonal 
y otra rectangular; dos en el muro norte adosadas a la iglesia; una torre albarrana (herencia musulmana) en el muro sur y la torre del homenaje en el interior. 


Podría mostraros el castillo o escribir sobre su largo recorrido histórico. Elijo en este momento la primera opción. La entrada a la primera muralla estaba hacia el norte, una rampa subía por detrás de la iglesia rodeando la segunda muralla hasta la puerta de entrada situada en un recodo, bajo un gran arco de medio punto, con pasadizo cubierto con bóveda de cañón que une el edificio a una torre albarrana almenada (imagen 1) Un poco más adelante hayamos los escasos restos, en el habitual angulo recto (imagen 2), bajo una torre hoy desaparecida la verdadera entrada a la fortaleza abadía.



Una vez en el interior, estaríamos en el lugar ocupado por el doble claustro de dos pisos y, a la izquierda, podemos ver los escasos restos del palacio abacial (imagen 3) construido en tiempos del abad Ponzano (1680-1708).


Siguiendo nuestro recorrido hallaremos en la zona de los establos y la torre almenada donde se ubicarían las mazmorras (imágenes 4 y 5). En el exterior de la misma vemos que al sudoeste está decorada con un escudo (imagen 6), posiblemente de algún abad mitrado de Montearagón.



Un poco más allá tenemos los restos de un conjunto de estancias (imagen 7) de los soldados primero, y de los monjes más tarde. Unido a ese espacio encontramos el conjunto Iglesia-cripta-torre del homenaje (imagen 8).


En este espacio encontramos una pequeña puerta con un arco semicircular, actualmente es un vano en la muralla. Esta apertura permitía, subiendo unas escaleras, el acceso de los habitantes del poblado creado al abrigo del castillo para asistir a los oficios religiosos. Desde este lugar obtenemos una vista de la entrada a la Sierra de Guara, escenario del mítico Salto de Roldán (imagen 9). A la derecha tenemos la entrada diferenciada a la  cripta a través de un acceso enrejado (imagen 10).


La cripta va cubierta por bóveda rebajada. Contaba con una capilla. Estaba advocada a santa María (so terra). En su momento fue panteón real conteniendo los sarcófagos de Sancho Ramírez y  Alfonso I hasta que fueron trasladados al monasterio de San Juan de la Peña.


La iglesia, Capilla Real, fue consagrada por Pedro I en 1099 bajo la  advocación de Jesús de Nazaret. En origen fue una construcción románica. Conserva muy pocos restos de este período pues sufrió un aparatoso incendio, y fue reconstruida en el siglo XIV y de nuevo en el siglo XVIII. Uno de estos restos románicos es un arco de un vano en piedra sito en la cabecera (imagen 13). En la imagen 14 señalo la puerta de acceso directo para el rey desde la torre del homenaje aledaña. Enfrente de esta puerta vemos restos de un púlpito. La iglesia va cubierta con bóveda de gajos en el ábside  y de cañón con lunetos en la nave. Se apoya sobre capiteles corintios que, por medio de fragmentos de pilastra, acaban en ménsulas con motivos vegetales.


De la cabecera fue muy destacado un retablo que actualmente se encuentra en el Museo Diocesano de Huesca (imagen 15). Este retablo sustituye al anterior pintado que fue destruido en el incendio de 1477. Este retablo fue encargado en 1506 por el arzobispo de Zaragoza y abad del monasterio D. Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico. Se trata de un retablo en alabastro de arquitectura gótica, inspirado en el retablo mayor de La Seo de Zaragoza; la escultura, policromada, es renacentista. Como nota curiosa, en el contrato firmado ante el notario de Huesca se estipula como pago la cantidad de veintitrés mil sueldos jaqueses.

En los pies del templo vemos los restos de la estructura que soportaba el coro (imagen 16). Justo por delante de esa estructura, una puerta abierta en altura en el muro norte daría acceso a un pequeño torreón adosado al muro de la muralla.


En el lado sur del templo, la Torre del Homenaje (imagen 17) . Es el lugar de residencia señor de la fortaleza, del rey, y con acceso directo al templo. Es de planta cuadrada y conserva muy poco de su estructura original, quizá algunas ventanas saeteras y unos vanos en arco de medio punto que fueron abiertos para alojar las campanas. Sí, se convirtió en el campanario de la abadía.

Junto a la torre, estaría el scriptorium y una surtida biblioteca (imagen 18) que también desaparecieron en el incendio del siglo XV. Podemos ver restos en unos mechinales y el hueco donde estaría alojada una escalera de caracol de madera.



Desde las escaleras que dan acceso a la torre podemos ver el perfil del claustro románico (imagen 19). Se encuentra adosado al muro sur del templo y tenía acceso directo al mismo y a otras dependencias como la biblioteca. En los ángulos de este claustro existían tres capillas dedicadas a la Visitación, san Lorenzo y san Martín siendo utilizada esta última como sala capitular. No es el único claustro del recinto. Entre donde nos encontramos y la entrada del castillo había otro claustro y sobreclaustro (de dos pisos) que centraba las dependencias del monasterio ya comentado antes.

 

Bien, continuemos. En el último lado de aquel hexágono irregular que nombramos al principio tenemos tres elementos. El primero de ellos es  la casa de los canónigos (imagen 20), edificio de tres plantas con distintas dependencias de los  canónigos. El segundo es un espacio destinado a las cocinas y aljibes.


Y, por último, la torre albarrana (imágenes 21 y 22). Es una torre que se eleva fuera del recinto amurallado al que se une por medio de un arco. Es un préstamo de las técnicas defensivas musulmanas.


Al nordeste del castillo del castillo topamos con una curiosa estructura, parece ser el comienzo de otra torre albarrana dependiente del castillo. Es más antigua y su interior esta recubierta de ladrillo por lo que creo que fue reutilizada como horno con el transcurso de los años.

Y por último, un poco de historia. Como sabemos Sancho Ramírez comenzó la construcción del castillo  e iglesia de Jesús de Nazareno en mayo de 1085. Paralelamente se funda la villa de Montearagón para alojar las tropas y perduró como villa del castillo hasta el siglo XV. Contaba incluso con judería. La construcción del castillo e iglesia abadía finaliza en 1089 y ese mismo año se produce el traslado del abad y canónigos de san Agustín de las iglesias de san salvador y san Pedro de Loarre. También Sancho dona a la abadia todas las capillas reales de Aragón y Navarra lo que indica la idea regia de establecer su residencia en Montearagón. Urbano II confirma el abad y las donaciones, la abadía se pone bajo jurisdicción directa de Roma salvo la elección de abad que lo hará la congregación  y sanción real.

Siguen las donaciones y privilegios. Montearagón cuenta ya con 180 iglesias y lugares. Los ganados pueden pacer en todos los montes del rey, pueden hacer leña en cualquier soto... y tienen la promesa de nuevos beneficios tras la conquista de Huesca. Tras esa victoria Montearagón obtiene las décimas y primicias integras entre los ríos Gállego y Alcanadre. Los sucesivos reyes de la Corona colmarán el lugar con una sucesión de donaciones y privilegios.

En 1413 se produce la revuelta del conde de Urgel. Tropas mercenarias toman la fortaleza e izan los pendones de Jaime II de Urgel. Fernando I de Aragón recupera el castillo y en 1414 concede tres privilegios: confirmó todos los de sus predecesores, le dió patronazgo y protección real y confirmó los privilegios de libertad y fradnqueza de las cargas y tributos reales. 

En 1477 se declaró un incendio que destruyó muchos bienes muebles y parte de las reliquias. En 1546 se produjó la primera desmembración, la del priorato de Sariñena. En 1571 se produce la desmembración general de Pío V a instancia de Felipe II. La abadía está 26 años sin canónigos siendo regentada, por decisión real, por un gobernador y seis capellanes.

En 1598 se produce la reanudación del la actividad monacal mediante canónigos reformados de San Agustín que vendrían del  monasterio de Santa Cristina, del que hablábamos hace 15 días, continuando la sucesión Abacial hasta 1792. Las rentas del abadiato en el siglo XVI se estiman entre treinta y cuarenta mil ducados de Aragón.

La desamortización de 1835 supuso el fin del monasterio que vendido a un particular y tras ello fue expoliado y también sufrió un devastador incendio. 

También fue escenario de nuestra guerra de 1936. Muy cerca de las ruinas hallamos un bunker usado en la misma (imagen 23).










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