TORRE DE ABIZANDA (Huesca).


TORRE DE ABIZANDA (Huesca).   


Estamos en la oscense comarca del Sobrarbe, en la pequeña población de Abizanda. Vamos a visitar su esbelta torre, pero también prestaremos atención a su entorno donde hay restos de un antiguo castillo que veremos tras el contexto histórico.

El enclave tiene su origen en una fortaleza árabe llamada Abinyuyas (de ahí el topónimo). El territorio fue conquistado por el rey navarro Sancho III el Mayor en 1023 que erigió la torre que hoy vemos sobre los restos de otra construcción (lo nota perfectamente la diferencia de la fabrica). El propósito era controlar el acceso a los valles pirenaicos desde Barbastro por los caminos naturales y, con ese fin, se construyeron además una serie de torres y castillos (torre de Escanilla, castillo de Samitier...) formando una línea defensiva. 

En los siglos XI y XII perteneció al rey que lo delegaba en los tenentes, caballeros de confianza. En el siglo XIII pasó a se propiedad de la familia Antillón acabando en el Condado de Urgell que protagonizó un interesante hecho histórico fue en 1413, cuando al no ser elegido el conde de esta Casa como nuevo rey de la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe, se levantó en armas contra Fernando I de Aragón. La torre sufrió un asedio de dos años y no capituló hasta que la rebelión resultó derrotada.

En el siglo XVI perdió paulatinamente importancia estratégica y los siglos la llevaron al abandono y consiguiente caída de cubierta y pisos interiores. Fue restaurada a finales del pasado siglo y actualmente es visitable y usada para exposiciones temporales.




Como decía, alrededor de nuestra torre hay restos de una antigua construcción de la que se conservan algunos restos (Os dejo un posible plano con todo ello). 

La torre es impresionante y aplaudo la iniciativa en su restauración de construir un cadalso de madera a su alrededor semejante al que tuvo en sus mejores tiempos.





Entre esos vestigios vemos la base del muro exterior, una muralla con saeteras, y restos de una capilla románica (de muy pequeño tamaño) cuyo cilindro absidal se introduce en la muralla formando, tal vez, parte de un cubo de la misma. 




Vamos hacia la torre. Con forma prismática y unos muros de dos metros de grosor tiene una altura de unos 24 metros. La puerta de entrada se encuentra en altura en el muro sur, en el segundo piso. Accedemos por una escalera hoy fija que en su momento sería desmontable. La puerta cuenta con dintel y arco de medio punto.

Por debajo de este piso se encuentra otro no visitable y que seguramente sería usado como almacén.




Ya en el interior observo que en la puerta de entrada existe un pequeño zaguán con bóveda de cañón que nos muestra el gran espesor del muro. No existe ningún muro interno.

Esta primer estancia tiene poco más de cuarenta metros cuadrados, pero estas dimensiones irán aumentando en las plantas superiores ya que los muros se van haciendo menos gruesos según ascendemos. Aquí podremos ver una serie de interesantes paneles informativos y la escalera que nos llevará a los pisos superiores se encuentra pegada al muro este.




La planta tercera es la más interesante, posiblemente estaría dedicada a la vivienda del tenente. Cuenta don dos vanos geminados, uno de ellos cegado para realizar una pequeña capilla que todavía conserva algo de su pintura rojiza. También destaca esta sala por la existencia de una letrina muy bien conservada y construida dentro del muro.





La cuarta planta se caracteriza por dos grandes arcos de medio punto. Cuenta con otro vano geminado que da a la población y, al igual que la planta inferior una ventana aspillera en el muro en el que se encuentra la puerta  con el objetivo de protegerla.




La última planta, la quinta, dispone también de dos grandes arcos de medio punto que parten del suelo y sustentan la cubierta. Esta planta estaba dedicada a la defensa y almacén de los pertrechos necesarios para la defensa en altura.




En cada uno de los lados existe una puerta que da acceso al cadalso reconstruido, exterior y  perimetral, de madera. Podemos ver los externos de las vigas que lo sostienen.




En una esquina se encuentran unas tinajas. Son los recipiente utilizados para recoger, mediante un sistema de canalización, las aguas pluviales de la cubierta . 




Salimos a la plataforma externa. Si miramos al suelo podemos ver unas trampillas dispuestas para arrojar por ellas piedras, saetas...





Desde ahí arriba tenemos una excepcional panorámica de la iglesia y del recinto amurallado que describí al comienzo.




Y, por supuesto, del Pirineo pudiendo ver incluso, en días despejados, el macizo del Monte Perdido.



Recomiendo pasear por la población. Veremos un pozo árabe y la curiosa cueva de Vichicanera ubicada en línea recta con la torre y que tuvo restos paleontológicos y arqueológicos.

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