CASTILLO DE MONZÓN (Huesca).
CASTILLO DE MONZÓN
(Huesca).
Nos
encontramos en un castillo emblemático muy ligado a la historia del Reino de
Aragón y a la historia hispánica de la Orden del Temple. Se encuentra situado
en la margen derecha del río Cinca sobre una colina desde la cual domina la población.
Su
remoto origen debemos buscarlo en el siglo IX, cuando el actual territorio
oscense estaba dominado por el islam. En un momento dado los primeros reyes de
la Corona de Aragón deciden expulsar a los musulmanes de los, en otros tiempos,
territorios cristianos al sur de los Pirineos. Para esta empresa es clave
conquistar Monzón pues su posesión supondría cortar las comunicaciones entre
dos importantes taifas, la taifa de Zaragoza en mano de los sucesores del rey
Al-Muqtadir. Y la taifa de Lérida controlada por la dinastía Banu hud. Es más,
nuestro castillo fue disputado por ambas taifas e incluso tomado en 1083 por
Rodrigo Díaz de Vivar (el Cid) quien en ese momento defendía los intereses (frecuente
en la Reconquista) de Al-Mutamán de Zaragoza.
Una
curiosidad, reinando ya Pedro I, fue tenente de la fortaleza Ramiro Sánchez de
Pamplona (también conocido como Ramiro de Monzón), esposo de Cristina Díaz
(hija primogénita del Cid). Entre sus muros fue custodiada durante un tiempo la
espada Tizona. Recordemos
que, según el Cantar del Mío Cid fue
entregada por el Cid a su yerno como parte de la dote. Existe también una
leyenda que une la famosa espada con el huésped más famoso de Monzón (el futuro
Jaime I):
“En
una ocasión Jaime se dirigía a una ermita cercana acompañado de su tutor y
otros caballeros. En el camino, al lado de una fuente, encontraron a un eremita
que le dijo al niño que sumergiese en las aguas de ese manantial la espada que
portaban (Tizona) ya que ello le proporcionaría al futuro rey grandes éxitos en
las futuras campañas militares que el futuro rey habría de emprender en su vida”
Y
así fue, un rey victorioso.
Pero
volvamos al siglo XII. Monzón estuvo en liza unos cuantos años. En 1126 vuelve
a caer en manos musulmanas. Alfonso I el Batallador lo recuperó en 1130.
Vuelve a ser conquistado por los sarracenos en 1136 dada su gran importancia
estratégica. Definitivamente lo toma en 1141 Ramón Berenguer IV, prínceps
de Aragón, quien sería el autor de que la fortaleza termine en poder de la
Orden del Temple dos años más tarde.
En
efecto, en 1143 tiene lugar la Concordia de Gerona por la cual, a cambio de
renunciar a sus derechos por el testamento de El Batallador, El Temple obtuvo gran cantidad de donaciones en el
Reino de Aragón, entre las que se encontraba el castillo de Monzón, pero
también los de Chalamera, Mongay y Corbins (los dos últimos todavía en poder de
los musulmanes (me asombra la capacidad de la Orden de adelantarse a los
acontecimientos). Asimismo, a cambio de desistir a aquellos derechos, acordaron
recibir el diezmo de las rentas del reino, mil sueldos anuales en Zaragoza y
Huesca y un quinto del botín de las cabalgadas (todo ello sería ratificado posteriormente
por el papa). No obstante, no se
constituiría la encomienda hasta años después, en 1149, una vez fuese tomada
Lérida por Ramón Berenguer IV con la ayuda prestada por diez caballeros
templarios.
Como
casi siempre la explotación económica de la encomienda fue un éxito. Se
construyeron puentes, molinos, se convirtieron tierras de secano en regadío por
un mejor uso del agua. También se construyeron albergues para peregrinos del Camino de Santiago y, aprovechando el
río, batanes para desarrollar una incipiente industria textil.
Una nota significativa es que tenía ceca
propia (podía emitir moneda) así como aduana que le reportaba grandes
beneficios.
A
partir del año 1192 la encomienda de Monzón queda totalmente formada en las
tierras del río Cinca. La componían veintiocho iglesias con sus distintos
lugares. A saber: Iglesia de San Juan (Monzón), Crespán (Fonz), Cofita,
Ariéstolas, Castellón Ceboller (Castejón del Puente), Pomar, Estiche,
Santalecina, Larroya (Santalecina), Castellflorite, Alcolea, Castaillén
(Castellflorite), Sena, Sijena, Ontiñena, Torre de Cornelios (Alcolea),
Chalamera, Ballobar, Ficena (Belver), Calavera (Belver), Casasnovas (Binaced),
Valcarca, Ripol, Alfántega, San Esteban de Litera, Almunia de San Juan, Binahut
(Castejón del Puente), Morilla y Monesma. Todas ellas dependerán de la capilla
real de S. Juan nombrada anteriormente
Los templarios ejercían la jurisdicción civil,
criminal y religiosa en tales territorios.
Junto
a las poblaciones arriba mencionadas, se sabe que la Orden disponía de una red
de explotaciones ganaderas distribuidas por las partidas de la Armentera
(Monzón), el Cascallar (Monzón), Benahut (Castejón del Puente), Torregrosa,
Valonga, Alfages, Coscollola, Serralada, Conill y Casasnovas. Sabemos que la
alimentación de los freires se componía fundamentalmente de cereales, aceite y
vino. Pero también carne dos o tres veces a la semana que era normalmente en
forma de cerdo salado. Es de resaltar la importante cabaña porcina de Monzón que
se componía (documentado en su momento) de 182 cerdos.
El buen hacer económico se vio recompensado
con una centralidad administrativa. En el castillo se reunieron capítulos provinciales
de la Orden, custodiaba el archivo y residía en ocasiones el maestre
provincial. Allí se celebraron algunas Cortes de Aragón y también se firmó el
documento que certificaba la conquista de Valencia.
Desde
el punto de vista militar, Una vez asegurado por los templarios, el castillo y
la encomienda, éstos fueron decisivos para muchas campañas militares. Tortosa
en 1148, Fraga y Mequinenza en 1149, Miravet en 1152… todas tuvieron una activa
participación de los templarios de Monzón.
Avanzando
en el tiempo llegamos a 1213. El rey aragonés Pedro II se encuentra en Muret
defendiendo a lo occitanos en el conflicto cátaro e intentando seguir
expandiendo el reino hacia el Norte. Lo narra su hijo, Jaime I, en su Llibre dels Fets:
“Las
gentes de aquellas tierras (Tolosa y Langueloc) acudieron a nuestro padre y le dijeron que
podría ser señor de aquellas tierras si quería tomarlas y apoderarse de ellas”
Como
bien sabemos el rey aragonés perdió la batalla y la vida en el enfrentamiento.
Se acabó la pretensión de extender el reino hacia el Norte. El futuro rey Jaime
I estuvo en poder de Montfort durante un año hasta que la presión de la nobleza
aragonesa, su madre (María de Montpellier) y, sobre todo, el papa Inocencio III
hizo que el rey niño, de seis años, retornase a tierras aragonesas.
Y
fue la Orden Templaria la encargada
de su seguridad y la fortaleza de Monzón, la mejor del reino, el lugar en el
que estuvo Jaime al cuidado del maestre Guillem de Montrodón (compañero de
armas de su padre en las Navas de Tolosa y Muret). Jaime estuvo acompañado unos
años por su primo Ramón Berenguer V, conde de Provenza (en aquellos tiempos Provenza
pertenecía a la Corona Aragonesa). Los dos niños, de parecida edad compartieron
estudios, ocios y trabajos.
Tras
un periodo turbulento, que el maestre intentó controlar, el 15 de septiembre de
1216 Guillem reunió a los caballeros más importantes del reino con el objetivo
de que rindiesen vasallaje al joven rey. Ciertamente, los caballeros templarios
custodiaron fielmente al joven monarca.
Jaime
I abandonó Monzón con nueve años y cinco meses de edad, en junio de 1217. Salió
con sus partidarios y un nutrido grupo de tropa templaria dispuesto a tomar las
riendas del reino. Jaime jamás olvidó esta etapa de su vida y su educación como
templario. Conservó siempre la amistad de los caballeros, les otorgó dones y recibió
su ayuda en las numerosas campañas de las que fue protagonista y que llevarían
a ser apodado como El Conquistador.
Personalmente es el monarca aragonés que más admiro y en muchos casos lo
considero un rey templario.
Veamos ahora las características del castillo ciñéndonos
al periodo templario ya que el conjunto ha sufrido modificaciones posteriores
por su implicación en distintos conflictos bélicos. Básicamente se trata de una
muralla que rodea la planicie que alberga en su interior cinco edificios bien
diferenciados.
El castillo, como otros muchos, cuenta con una
serie de pasadizos realizados por los templarios o en épocas posteriores. Eran
vías de escape o aprovisionamiento en caso de asedio o ataque. Os muestro unos
accesos a ellos y un panel relacionado con todo ello.
La Torre del Homenaje es la construcción más antigua y con más clara influencia
musulmana. Tiene planta cuadrada y cuatro pisos. Su factura no es totalmente de
sillería (solamente está presente en las esquinas como refuerzo) sino que usa
mampostería en forma de espiga muy similar al paramento islámico. Se encuentra
comunicada con el edificio adyacente por un arco de ladrillo que alberga una
canalización interna para recoger el agua de lluvia. Vemos ventanales en ajimez
que nos recuerdan un posible pasado musulmán.
La torre se encuentra rodeada por otros cuatro
edificios que forman, conjuntamente, un gran núcleo defensivo interno.
Actualmente es un interesante espacio museístico pudiendo subir incluso a la
terraza.
El acceso al recinto templario se realiza desde el
Sureste la hacemos por la típica entrada de origen musulmán: en codo, dos puertas
formando un ángulo de 90º. El acceso se encuentra protegido por la Torre de
Jaime I y por el ábside poligonal de la capilla. La capilla se realiza como
parte integrante del sistema defensivo, como un elemento militar más, un modelo
que me recuerda al hospitalario Crac de los Caballeros en la actual Siria.
La
nombrada Torre de Jaime I. Salvo
los años que fue residencia del rey-niño era la prisión del castillo. La torre es
de sillería, tiene reducidas dimensiones, planta trapezoidal, dos alturas y
terraza. En la sala inferior conserva restos de pinturas góticas. La entrada no
se encuentra a ras del suelo sino en alto seguramente para reforzar la defensa.
El
templo, advocado a san
Nicolás, es de una sola nave
y ábside poligonal al exterior y circular al interior.
La
puerta, al oeste, se abre con un arco de medio punto con un sencillo crismón.
Los novicios debían entrar sin pisar el umbral, con el pie izquierdo, en señal
de humildad.
En
el lado Sur, en un vano cegado, podemos ver unas dovelas con una decoración de
motivos geométricos muy interasantes.
En
el interior, encima de la puerta, encontramos dos interesantes ménsulas. Una
representa una cabra y la otra un lobo o un león. Jesús López Peláez en su obra
“Las fortalezas de Dios“ nos propone
una interpretación:
“Probable
alusión al comentario de Jaime I de que los templarios son corderos en el
claustro y leones en la batalla”
La
cabecera está cubierta por una bóveda de cuarto de esfera y a un lado, bajo una
trampilla, se desciende a una larga mina subterránea con varias salidas
externas.
Una
reforma del siglo XVI unió los antiguos refectorio y sala capitular. De
carácter cisterciense y bóveda de cañón apuntado seguramente se levantó sobre
los cimientos de una construcción anterior. Está elaborada con sillería de
arenisca. Se trata de una gran sala que nos recuerda la gran sala del casillo
de Castellote en la provincia de Teruel. El sólido edificio se integra también
en el sistema defensivo, podemos ver incluso salidas desde el piso superior al
camino de ronda.
Actualmente
es un espacio que recoge actos culturales.
En
el exterior, en el grosor del muro, bajo una hornacina, se abre la boca del
pozo que da al aljibe de 240 m3 (dos canales intramuros bajan
recogen las aguas pluviales).
El
llamado dormitorio es nuestro último
destino. Es un sobrio edificio que serviría de alojamiento a los monjes
soldados, no más de cincuenta. Fue construido sobre basamentos anteriores. Al
igual que la Torre de Jaime I ha perdido las plantas originales, hoy podemos
ver comunicaciones, restos de chimeneas…Tiene dos plantas y sótano del que
parte un subterráneo que comunica, dice la leyenda, con el rio Cinca. En el
interior encontramos restos de murales decorativos y grafitis góticos.
La
presencia templaria en Monzón duró 160 años. Una importante presencia en la
que, lentamente, fue transcurriendo el tiempo. Hasta que, en 1307, como bien
sabemos, el rey Felipe IV de Francia emprende la persecución de la Orden
Templaria.
A
partir de este momento se produce un extenso epistolario entre el rey aragonés,
Jaime II (que en un principio no estaba de acuerdo ni veía causa con tal medida),
el rey francés y el papa Clemente V. Incluso el Temple de Inglaterra le
exhortar a negarse y se presta a ayudarle. Al fin, Jaime II claudica. Personalmente
creo que influyó bastante el hecho de que, al igual que con Felipe IV, los
templarios fueron habituales prestamistas de ambos (solo tres años antes el Justo pidió, solicitó, al Temple de
Aragón un préstamo de diez mil marcos de plata). Los templarios no se rinden y
se inicia el asedio y conquista de las plazas templarias. La primera en
rendirse será Peñíscola, tras ella irán otras como Cantavieja y Miravet. Una
curiosidad, los habitantes de las villas templarias casi en su totalidad
optaron por mantenerse al lado de los templarios de forma activa o pasiva.
Monzón
fue el último baluarte de la Orden en caer en Aragón. Los últimos 19 templarios,
al mando de Bartolomé de Belvís, optan por encerrarse en la fortaleza y
resistir. Jaime II enviará contra ellos al procurador general del reino Artal
de Luna. Hubo de traer soldados y milicias concejiles de muy diversos lugares,
así como máquinas de guerra de Zaragoza y Huesca. El asedio duró siete meses.
El 17 de mayo se entregó la muela que era el bastión más fuerte, y el 24 de
mayo de 1309, los asediados capitularon. En ellas se estipulaba lo siguiente (es
interesante leerlas):
·
Poder ir cuatro o cinco freiles ante el
papa a tratar de sus derechos.
·
Conservar las joyas y bienes muebles.
·
Las armas y armaduras las entregarían al
rey si así lo disponía el papa, pero si la Orden subsistiese, cada caballero
del Temple recuperaría las suyas.
·
Que los templarios indicados tuviesen
mulas para cabalgar y los comendadores dos hombres a su servicio.
·
Se pedía que los embajadores intercediesen
ante el papa para que se les librara del tormento.
·
Solicitaban se perdonasen a todos los
seglares que habían permanecido en el castillo durante la resistencia y que
pudieran recobrar sus pertenencias capturadas por los oficiales del rey.
·
Finalmente suplicaban que se les
permitiese vivir en Gardeny, Barcelona, Chalamera, Ambel u otras localidades
donde radicaban sus centros conventuales.
No
conocemos hasta qué punto se cumplieron esas capitulaciones, aunque a tenor de
lo que ocurriría después serían en muchos casos inviables.
Los
asediados fueron hechos prisioneros y llevados al castillo de Belver de Cinca
(las mazmorras todavía existen en el sótano de Casa Cándido) a la espera de juicio.
Finalmente,
el 22 de marzo de 1312, Clemente V mediante la bula Vox in excelso abole la Orden Templaria. No obstante, algunos
prelados que representaban a Jaime II sostienen que no es justa la falta de
discriminación entre confesos e inocentes. Habrá una segunda bula que otorgará
a los concilios provinciales (excepto a los templarios franceses) el dictaminar
sobre su culpabilidad o inocencia. De esta forma el 7 de octubre de ese mismo año
se celebró un concilio en la ciudad de Tarragona en el que los templarios de la
Corona de Aragón fueron absueltos por no haberse encontrado en ellos ninguno de
los pecados o sacrilegios atribuidos a sus congéneres franceses. De igual forma
se estipuló la cantidad que debían recibir los frailes. No sabemos la de Bartolomé
de Belvís (aunque estimó que como otros comendadores recibiría 3000 sueldos)
pero sí la de Bernat Bellisen, 1000 sueldos, y la de los otros trece frailes restantes
de Monzón, 500 sueldos.
El
castillo sufrió grandes daños como consecuencia del largo asedio quedando en
principio en propiedad del rey. Existe un documento que indica que “hay que
obrar y reedificar el castillo y contorno, y que los gastos deberían pagarse con
las rentas que se sacaban de la antigua castellanía, a razón de cada tres años
tres mil escudos de Jaca”
En
julio de 1315, Jaime II confirmó la concesión de los territorios de Monzón al
monasterio de Poblet. Sin embargo, cambio de opinión y, quizá pensando en una
futura ayuda de otros caballeros (los Hospitalarios) en otras guerras dejó a
éstos como herederos de la antigua encomienda templaria con todas sus riquezas,
aunque parece ser que se guardó algunas de ellas. Un apunte, en la Corona de
Aragón Jaime II para limitar las posesiones y poder de los hospitalarios crea
en 1317 la Orden de Montesa con muchas de las posesiones templarias de
Valencia.
Los
Hermanos nunca renunciaron a su vocación templaria, muchos de ellos siguieron firmando
siempre como miles quodam Militiae Templi
(soldado del Templo).
Transcurre
el tiempo y el castillo de Monzón pierde paulatinamente importancia e interés, aunque
la fortaleza siguió manteniendo guarniciones hasta el siglo XIX. En el
transcurso de este tempo se modificó adaptándose al cada vez más uso de la
artillería preparando las murallas y defensas para ello. Su aspecto exterior
definitivo es del siglo XVIII. Durante la Guerra de la Independencia, en 1809,
el mariscal Suchet toma el castillo. Tras cuatro años de guerra las tropas
españolas inician el asedio. La táctica utilizada fue, entre otras, la
excavación de galerías en las rocas que sustentaban la base de la muralla. Lo
conquistaran en 1815, con la caída de Lérida.
Durante
la Guerra Civil española los milicianos usaran el castillo como almacén y como
refugio antiaéreo. Para ello usarán las galerías excavadas en la roca en el
pasado. Por ejemplo, usaron las caballerizas realizadas en época medieval que,
por cierto, cuentan con otro aljibe en su interior cuyo panel también os
muestro:
En el castillo se están
realizando paulatinamente actuaciones que están revelando sus secretos. Por
ejemplo, en la foto siguiente (perteneciente al periódico regional Heraldo de Aragón) podemos ver un
espacio situado en el subsuelo.
Acabaré
con una leyenda relacionada con su último comendador, fray Bartolomé de Belvís:
“Algunas
noches de finales de mayo aparece este comendador en forma de una figura blanca
con el rostro ensangrentado, gritando y dando fuertes golpes en las paredes. Es
su propuesta por la injusta disolución de la Orden del Temple y por la terrible
represión que le siguió”
Castillo
de Monzón, un lugar con más de mil doscientos años de Historia, de ellos 166
relacionados con la Orden de los Pobres
Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón. Un lugar, un territorio, con
profundas raíces templarias. Y no solo Monzón. Chalamera, Cofita…son otros
enclaves cercanos por visitar. Si os decidís a venir, bienvenidos seáis.
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