ORDEN TEMPLARIA - CASTILLO CASTELLOTE (Teruel).
En esta ocasión nos adentraremos en el Bajo Aragón, un territorio con gran vinculación con la Orden
del Temple y con los últimos cátaros que buscaron refugio en esta zona.
Visitaremos principalmente el castillo templario de Castellote que tiene el honor
de ser, en el Maestrazgo, la última fortaleza templaria en caer.
Pero antes iremos a Calaceite. Allí se encuentra
la Roca Caballera, formación dolménica del que se ha desprendido un trozo en la
parte delantera formando un “altar” Cuenta la tradición popular, que ha
llegado a nuestros días, que los templarios celebraban misa utilizando este
singular “altar” (imagen 1). Una serie de cruces a lo largo de toda la roca parecen así
asegurarlo. En la parte superior de la formación, de forma hexagonal,
encontraremos información sobre el ciclo de los astros, equinoccios, puntos
cardinales y la posición de la Luna. Un lugar con unos niveles energéticos que
pueden llegar a los 32000 uB. Uno de esos lugares tan especiales que buscaban
nuestros Hermanos Mayores.
Bien,
regresemos al lugar que nos ocupa: Castellote. En lo alto de un escarpe rocoso
desde el cual se domina la localidad se alzan las ruinas del castillo (imagen 2). De unas
excelentes condiciones defensivas, protegido su acceso principal por un puente
levadizo y con gran control visual del territorio circundante ha sido objeto de
disputa en todas las guerras que se han desarrollado en el Maestrazgo.
Castellote,
como la mayor parte de la península, fue ocupada por los musulmanes. Hacia el
siglo IX formó parte del Emirato de Córdoba primero y después del Califato de
Córdoba. Más tarde pasaría al califato de Zaragoza. Alfonso I conquistó el
lugar en el siglo XII confiando la población a Don Español de Castellot. A la
muerte del Batallador volvió a manos musulmanas. Hacia 1168-1169 es
reconquistado por Alfonso II y pasa a formar parte de la Corona de Aragón
siendo devueltos a Don Español, pero ahora como tenente. A su muerte hereda la
tenencia su hijo Gastón que dará su aprobación para donarlo a la Orden del
Santo Redentor en 1188 que consiguió afianzar la frontera. Sin embargo, el
Casto culpa del retraso en el avance de la frontera a la Orden del Sto.
Redentor y la disuelve en 1196 pasando sus pertenencias a la Orden del Temple.
La
encomienda Templaria de Castellote incluía las poblaciones de Abenfigo, Las
Cuevas del Cañart, Dos Torres, Ladruñán, Crespol, La Algecira, Santolea,
Bordón, Luco, Torremocha, Seno, Las Parras, la Ginebrosa, Camarón, Mas de las
Matas y Aguaviva.
La Carta Puebla fue concedida a
Castellote y las Cuevas en 1282 por el Temple. Asimismo, Jaime I en 1268
concedió a Castellote mercado semanal, los sábados.

La fortaleza tiene una planta irregular
y alargada de 130 metros por 50 adaptada al abrupto terreno mediante varios
recintos situados a diferentes niveles a los que se accedía por medio de
puentes levadizos. La fábrica es de piedra de sillar bien labrada. Quedan
vestigios de tres torres rectangulares de las que se conserva solamente la base
de la torre del homenaje situada en el punto más alto, al borde de la cresta
rocosa. También se conserva una nave rectangular que creo identificar como la
capilla, el aljibe y algunos tramos de las murallas (imágenes 3,4,6,7,8 y 9).
Pero
volvamos a la línea histórica. Existe documentación de que en 1285 el castillo
contaba con un importante arsenal. Sabemos que poseía ocho cotas de malla
(tantas como caballeros), cascos, escudos, ballestas … con los que armar a los
vasallos. También tenían alimentos, pertrechos, bueyes, ganados… tanto para la
explotación de la encomienda como para enviar a ultramar.

Llegamos al comienzo del siglo XIV, Felipe
IV de Francia conmina a Jaime II de Aragón a extinguir la orden del Templo en
su reino. En un principio se niega, pero al final, instado por el Papa, no
tiene más remedio. Castellote se opuso a la entrega de sus bienes y personas
por lo que el 20 de enero de 1308 se encarga a Bartolomé Tarín, sobrejuntero de
Zaragoza, que sitie la fortaleza. Para ello recibe en un primer momento tropas
de Alcañiz y Montalbán.
El cerco que hasta entonces fue burlado
en varias ocasiones, se reforzó tras la rendición de Cantavieja, incorporándose
tropas de Molinos, Ejulve y Monroyo además de los sexmeros de Daroca, Trasierna
y Cariñena.
El 2 de noviembre los frailes y su
herido comendador Guillén de Villalba capitularon. (En Aragón, sólo resistió
más que Castellote la sede del maestre de Monzón)
Las posesiones del Temple pasaron a la
Orden Hospitalaria y en 1318 Castellote ya cuenta con un comendador de tal
Orden. Siguieron en la villa hasta 1769.
Durante 450 años apenas tenemos datos.
Sabemos de la participación de la villa en el enfrentamiento entre Juan II y su
hijo el príncipe Carlos. También fue importante la participación del castillo
en la 1ª Guerra Carlista, que conllevo la practica ruina de la fortaleza a
manos de Espartero.
El castillo ha sido restaurado
recientemente, lo que nos permite abstrayéndonos con la imaginación hacernos
una idea de todo su poderío.
Recomiendo una visita al pueblo que
vemos a nuestros pies. Junto al arco de acceso al primitivo recinto veremos el
ayuntamiento. Junto al mismo, la lonja de seis arcos apuntados (imagen 5). Un poco más
adelante la calle desemboca en una plaza presidida por la ermita de Ntra. Sra. del Agua. Al lado de la torre de la ermita, oculto por un lienzo de sillería
nos encontraremos con un torreón, un torreón templario que recoge un
interesante Centro de Interpretación de La Orden del Temple.
Muy
cercanos a la villa encontraremos dos interesantes propuestas, El acueducto de
las Lomas es la primera. De origen posiblemente medieval, este acueducto era utilizado para abastecer de agua a la villa y regar sus huertas desde el manantial del barranco del Llovedor. Construido con mampostería cuenta con 11 arcos de medio punto, de los cuales el último se conoce conoce con el nombre de "Puente del Gigante" y fue restaurado en el siglo XIX . Con el paso del tiempo las huertas han ido desapareciendo, quedando la acequia fuera de uso y sin mantenimiento. (Imagen 11).
La segunda propuesta es la ermita del Llovedor (imagen 10). Del siglo XVIII, se encuentra enclavada en una roca bajo una surgencia de agua que le otorga su nombre.. Su origen se remonta al siglo XV en el que 11 mozos de la villa, durante una sequía, hicieron una romería a la ermita de la Balma en Zorita. Más tarde esta peregrinación se hizo anual. Años mas tarde, ante el impedimento del obispo de Tortosa de acceder a Balma, los castellonenses decidieron erigir esta ermita.
Como
ya dije, una zona, una comarca con muchísimos vestigios y restos de un pasado
templario.
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