CASTILLO DE MONTSÉGUR. (Francia).
CASTILLO DE MONTSÉGUR. (Francia).
Montségur. Pisar ese suelo por lo mucho leído sobre el catarismo, la cruzada albigense y Pedro II y su campaña apoyándolos
hasta su muerte en Muret, será muy especial para mí. El enclave se encuentra
sobre la montaña del Pog, a unos 1150 metros de altitud (imagen 1), en una peña
desolada y hermosa al mismo tiempo con unas, si la niebla os las permite, vistas
magnificas.
Al pie del monte encuentro una roca con
una leyenda grabada que podríamos traducir por “No quisieron renunciar a su fe”
(imagen 2). Comienzo el camino hasta las ruinas de la cima, el ascenso no es
complicado y hacerlo me lleva poco más de media hora. Al poco de caminar, en el
Camp des Cremats, encuentro un
pequeño monolito que recuerda a los inmolados con el epitafio: “Als catars, als martirs del pur amor
crestian. 16 març de 1244”, cuya
traducción del occitano sería “A los cátaros, a los mártires del puro amor
cristiano. 16 de marzo de 1244”. (imagen 3).

Casi estoy arriba, y tras subir unas
pocas escaleras de madera, accedo a la fortaleza por una portezuela en el muro,
estoy en Montségur. Pero no nos llevemos a engaño, las ruinas que observamos no
pertenecen al periodo del último refugio de los Hombres Buenos. Los restos que
coronan el monte fueron elevados más de medio siglo después de la caída de
Montségur y no tienen nada que ver con los mismos. De hecho, los cataros no
tenían castillos sino pequeñas aldeas fortificadas alrededor de una torre del
señor feudal. Es más, lo más probable es que la inquisición ordenará destruir
por completo el asentamiento hereje. Las ruinas que vemos fueron construidas
por Guy II de Levis, hijo de Guy I de Levis teniente de Simón de Montfort.

El Montségur de principio
del siglo XIII no era más que una simple torre en una ubicación poco valiosa.
Su señor en 1204 era Raymond de Péreille que además
era un leal servidor de la nueva religión. Sin saber su trágico final mando
reconstruir una fortaleza anterior que estaba prácticamente en ruina desde hace
algunas décadas. Su aspecto sería muy parecido al de la imagen 4 adjunta. Como
vemos el castillo consistía en una torre con un cadalso de madera en su
contorno y adosado a la misma una muralla que cobijaba una dependencia baja y
un pequeño patio armas.


Como ya apunté Guy de Levis reconstruyó
el lugar ampliándolo (imágenes 5 y 6). En la 5 vemos en rojo la torre original
y en verde el patio de armas. Guy unió ambos espacios formando una única torre
de planta rectangular. La parte azul que vemos es una nueva construcción que
dará lugar un amplio patio de armas con distintas dependencias interiores. El
lado norte sería el más vulnerable, por ello se protegió la ladera con
estacadas a varios niveles que protegerían también a la aldea que se construyó
al abrigo de la fortaleza. En la imagen 6 observamos una recreación del
castillo. En las imágenes 9,10,11 y 12 vemos como se encuentra actualmente
el recinto.

Repaso un poco el siglo XII y XIII. Hay
autores que piensan que estos siglos trajeron consigo una época de luz y
progreso, que el Renacimiento no es sino los restos del verdadero renacimiento
social y cultural que se produjo en el siglo XII y principios del XIII en una
zona que comprendía el Languedoc francés, el reino de Aragón y el norte de Italia.
En esta época se formaron las primeras ciudades, la lectura y escritura salió
de los monasterios y empezó a extenderse entre nobleza y burguesía. El papel de
la mujer experimentó un avance, es el momento de los trovadores y el Amor cortés…
En el aspecto religioso, en el siglo XII
la religión impregnaba todo, se “inventó” el Purgatorio y la Iglesia Católica dejó
de ser la iglesia de los pobres y se convirtió en un tremendo poder terrenal
con el apoyo de los güelfos en su confrontación con el Imperio apoyado por los
gibelinos. Era una iglesia rica, ostentosa y tiránica, y muchos cristianos
empezaban a estar a disgusto con ella. En este contexto aparecen los cátaros.
Para mí encarnan la revolución que nombraba en el aspecto religioso. Eran unos
herejes muy “racionales”; tradujeron las Escrituras a las lenguas romances,
para difundirlas; rechazan la cruz, un instrumento de tortura; abominaban las
reliquias y tampoco creían en el infierno, invento de la Iglesia. Pensaban que
el mal del mundo provenía del Diablo y que Dios era Pura Bondad. Se oponían a
cualquier tipo de violencia, eran vegetarianos. Mujeres y hombres eran iguales
y solo tenían un sacramento, el consolament que servía tanto de bautismo
como de extremaunción. Vivian austeramente de su trabajo, solían ser tejedores,
convivían con sus vecinos y cuidaban de ancianos, pobres y enfermos. Por todo
ello tuvieron muchos seguidores entre nobles occitanos, burgueses y
vasallos.
Contra toda esta “peligrosísima” gente el
papa Inocencio III convocó una cruzada en 1209. La guerra duró 20 años,
recuerdo atroces episodios como el de Béziers o Cabaret y creo que un punto de
inflexión fue la batalla de Muret en 1213 y la muerte del rey aragonés Pedro II.
El bando ganador sabemos cuál fue, el Papado junto al rey francés. Gregorio IX
en 1231 creó la Inquisición que peinó la región buscando herejes. Se produjeron
revueltas, la más importante promovida por Raimundo VII de Tolosa en 1242, que
fracasaron.
En este punto, regresamos a Montségur. El
castro fortificado parecía un lugar inexpugnable y allí fueron refugiándose a
partir de 1230 cuantos albigenses pudieron escapar de la persecución
inquisitorial. El Papa y el rey francés acabaron organizando un ejército para
acabar de un vez por todas con la herejía cátara. Hugues de Arcis, senescal
real de Carcassona, en mayo de 1243, sitia la fortaleza con unas huestes entre
6000 y 10.000 hombres. El castillo, a su vez, contaba con 15 caballeros con sus
escuderos, sargentos y soldados hasta alcanzar el número de unos 200 bajo el
mando de Pere Roger de Mirepoix, el resto eran simpatizantes a la causa cátara,
refugiados y la familia de Raymond de Péreille.

La primera maniobra comienza por el lado
SW, aparentemente el acceso más fácil (por donde se sube actualmente) (1 en
imagen 7). Ante la imposibilidad de atacar Montségur por allí se trasladaron a
la posición 2 en la imagen. En enero de 1244 los cruzados avanzan, posición 3,
y toman la Roc de la Tour, una posición defensiva fundamental. Hugues de Arcis
ordena subir un trabuco (imagen 8) desmontado para atacar la barbacana del
castillo y las empalizadas defensivas. En febrero el arma está operativa y
comienza a bombardear con bolaños de hasta 80 kg. Estamos en la posición 4. A
mediados de mes se toma la barbacana que les cerraba el paso instalando un
segundo trabuco para bombardear sin descanso pues antes no tenían ángulo de
tiro (posición 5). A finales de mes los daños en las murallas son notables y
Mirepoix efectúa una escaramuza intentando quemar las máquinas de guerra, pero
fracasa.
Ante la desesperada situación se entablan
conversaciones para una honrosa capitulación. El 2 de marzo de 1244 el senescal
cruzado ofrece las siguientes condiciones: la población no combatiente no
sufriría daño, la guarnición podía salir de la fortaleza con sus armas los
cataros debían renunciar a sus creencias heréticas y someterse a interrogatorio
por la Inquisición. Se les ofreció un tregua de 15 días para considerarlas con
la entrega de las hijas casadas de Raymond de Péreille como
garantía. Terminado el plazo el senescal se encontró con que casi ningún cátaro
adjuró de su fe y unos 230 hombres y mujeres fueron apresados. Al pie de la
montaña se habían preparado unas cien cargas de madera de haya para fabricar
una gran pira. Los reos bajaron mansamente la montaña y dócilmente se arrojaban
a las llamas. Era el 16 de marzo de 1244, comienza la leyenda.
Existen numerosos textos sobre el sitio y
catarismo, como los dos interrogatorios a Raymond de Péreille por parte de la
Inquisición (la última fechada el 9 de mayo de 1244) pero yo prefiero acabar
con el comienzo de una oración cátara:
Dios de los Buenos Espíritus…
Padre santo, Justo Dios de los Buenos Espíritus,
Tu que no te equivocaste jamás, que nunca mentiste, que nunca erraste, que
nunca dudaste a fin de que nosotros no muriésemos en el mundo del Dios extraño
(el Maligno), ya que no somos de su mundo y él no es de los nuestros, enséñanos
a conocer lo que Tú conoces y a amar lo que Tú amas…
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