ORDEN TEMPLARIA. JEREZ DE LOS CABALLEROS (Badajoz).
ORDEN TEMPLARIA - JEREZ DE LOS CABALLEROS. (Badajoz).
Al entrar
en Jerez podremos encontrarnos con alguna de las partes de la muralla que aún
siguen en pie. Esta muralla, obra de los templarios, estaba realizada en
mampostería, utilizando para ello como materiales de construcción piedras y
argamasa. En los ángulos, reforzándola, se usaron sillares de granito.
Hallaremos también, integradas en la disposición urbanística de la ciudad,
torres semicirculares y de las seis puertas de las que disponía actualmente se
conservan dos, la Puerta de la Villa y la Puerta de Burgos (imagen 1). Esta última puerta está orientada a Burguillos del Cerro, interesante
localidad y castillo que bien merece una visita por separado.

Ante este hecho, el rey Fernando IV no dudó en obedecer gustosamente las ordenes papales. En este momento era comendador de Xerez frey Juan Bechao. Cuando las tropas reales llegaron a Xerez se encontraron con que los monjes guerreros estaban resueltos a ofrecer resistencia. Siguió un asedio y una lucha en la que los templarios, muy inferiores en número, fueron poco a poco desbordados. Juan Bechao y los hermanos sobrevivientes se fortificaron en la torre del homenaje donde fueron finalmente derrotados y decapitados. Acaba un periodo de setenta y siete años de la Orden Templaria en Xerez. Y en este punto comienza la leyenda…

Cuenta
esa leyenda que los caballeros antes de morir se conjuraron. Juraron en el
nombre de Dios y del Templo de Salomón que volverían de la tumba para galopar
hacia los Santos Lugares y seguir defendiendo los caminos y los peregrinos.
Cuenta que las noches sin luna, hacia media noche, se oyen los silbidos de los
caballeros llamando a sus cabalgaduras, silbidos sin respuesta. Y cuenta esa
leyenda que cuando el negro de la noche desaparece, los caballeros regresan a
la torre, a la Torre Sangrienta que los vio morir. Pobres caballeros incapaces
de cumplir su promesa. (Exterior e interior de la Torre Sangrienta en imágenes 4 y 5).
Cercano
a Jerez encontraremos varios puntos de interés como el muy especial Monasterio
de Tentudía vinculado a la Orden de Santiago y, según algunos autores también
al Temple. Recordemos la leyenda que cuenta que, durante una batalla contra los
árabes, Pelayo Pérez Correa, maestre de la orden de Santiago, al ver que
llegaba la noche y no obtenía victoria, imploró a la virgen gritando: ¡Santa
María, detén el día!, entonces el sol se detuvo en el horizonte para permitir a
las tropas cristianas la victoria, por este motivo el maestre mandó construir
un templo para Santa María de Tentudía. En él podremos ver, por ejemplo, a
santa Ana llevando a la Virgen María (imagen 6).
También
podremos acercarnos a Calera de León (encomienda de la orden de Santiago
dependiente del priorato de San Marcos de León) y visitar el Conventual
Santiaguista. Es un importante enclave e impresionante conjunto arquitectónico
en el que se combinan los estilos gótico y renacentista empezándose a construir
en pleno siglo XVI, en 1528. Observaremos gran cantidad de símbolos como, por
ejemplo, una cruz paté (imagen 7, cruz que en rigor no debería estar ahí).
Hoy iremos a Extremadura. Vamos a visitar un legendario y vetusto lugar, con
una profunda relación con la Orden del
Temple, Jerez de los Caballeros. Localidad de largo pasado, por ella
pasaron fenicios, que la llamaron Ceret, y romanos, sería Fama Iulia o
Caeriana. Más tarde, en 711, tras la batalla de Guadalete, llegó un período
musulmán, en el que se denominó Xerixa.
El origen de la presencia templaria en
estas tierras se remonta a la conquista de este territorio allá por 1230 a
manos de Alfonso IX de León en una campaña camino de Sevilla. El rey, una vez
conquistada, donó la ciudad al Temple como pago por los servicios prestados. En
ella se creó una encomienda siendo maestre del Temple para Castilla y León frey
Esteban de Belmonte.
En 1240 Alfonso IX realiza una segunda
campaña en la zona para limpiar por completo la ciudad y aledaños porque algunos
gobernadores musulmanes se habían fortificado en sus castillos y posesiones.
Durante el gobierno de la Orden en la
ciudad ésta se engrandeció sobremanera. Los caballeros le cambiaron el nombre
musulmán de Xerixa por el de Xere Equitum y pasó a ser cabeza de un poderoso y
extenso bailiato, uno de los más extensos de la Península Ibérica rivalizando
incluso con el aragonés Monzón. No fue una tarea fácil pues la villa había
estado durante siglos bajo dominio musulmán y tras la conquista quedaban
bastantes grupos de soldados musulmanes en los alrededores o escondidos en la
sierra que hacían de la villa y la zona muy inseguras. Ello llevo a los
caballeros a fortificarla para proteger a sus habitantes.
Hartos de los desmanes que cometían los
musulmanes los caballeros templarios tomaron las armas y se dispusieron a
asegurar la comarca. Cuenta la leyenda que estuvieron tres días buscando a los
salteadores que se escondían en la montañas. Al fin, los encontraron en un
magnifico valle que los musulmanes habían elegido su residencia. Los templarios
arremetieron contra ellos y tras seis horas de encarnizada lucha, los mataron a
todos. El lugar de la batalla se conoce hoy como el valle de matamoros.


La fortaleza es de origen musulmán, sin
embargo, la estructura que vemos actualmente es el resultado de una importante
reconstrucción por parte de los templarios en el siglo XIII y algunas
modificaciones posteriores de la Orden de Santiago. En el interior nos
encontraremos rasgos de la alcazaba original musulmana (imágenes 2 y 3).
En
este punto debo recomendar un autor, Isidoro
Terrón Calvo, y su obra, "Templarios
en la Baylia" de Xerez. Constituye
un elemento imprescindible para conocer la historia templaria de este gran
bayliato. Una de las ideas que nos muestra Terrón es la siguiente. Sabemos de
la importancia de la Virgen en el ideario espiritual templario, recordemos los
conocidos cuadros de San Bernardo bebiendo alegóricamente leche de Nuestra
Señora. Bien, si vamos al trazado de la fortaleza veremos que se corresponde
con la forma estelar de las estrellas de la constelación de Virgo. Este diseño
no es una casualidad, lo encontraremos en otras muchas construcciones
templarias.
Quizá lo más conocido de Jerez es su
final templario y la leyenda de la Torre sangrienta. Tras la bula “Vox in
Excelso” de Clemente V, instigado por Felipe IV de Francia, se instaba a los
reinos de Europa a intervenir en las posesiones de la Orden. El 31 de julio de
1308 llegó a Castilla la orden papal por la que se indicaba que se debía actuar
contra el Temple castellano. Don Gonzalo, arzobispo de Toledo convocó al maestre
de la orden en el reino, frey Rodríguez Ibáñez a que se presentase en Salamanca
para ser interrogado por las autoridades eclesiásticas el 15 de abril de 1310.
En el concilio de Salamanca se concluyó que los templarios no eran en absoluto
culpables de los crímenes de los que se les acusaba. Pese a todo frey Ibañez optó,
en prevención de la segura intervención de las posesiones del Temple, por
entregarlos al infante don Felipe, para evitar que cayesen en manos de la
corona o de otra orden.
Ante este hecho, el rey Fernando IV no dudó en obedecer gustosamente las ordenes papales. En este momento era comendador de Xerez frey Juan Bechao. Cuando las tropas reales llegaron a Xerez se encontraron con que los monjes guerreros estaban resueltos a ofrecer resistencia. Siguió un asedio y una lucha en la que los templarios, muy inferiores en número, fueron poco a poco desbordados. Juan Bechao y los hermanos sobrevivientes se fortificaron en la torre del homenaje donde fueron finalmente derrotados y decapitados. Acaba un periodo de setenta y siete años de la Orden Templaria en Xerez. Y en este punto comienza la leyenda…


Eliminada
la Orden del Temple, Jerez pasó a la corona y Enrique II acabó donándola a la
Orden de Santiago convirtiéndose en cabeza de partido santiaguista, en igualdad
con Mérida y Llerena. Carlos I, en 1525, le dio el titulo de Ciudad, rango que
por esa época solo tenían en la baja Extremadura Badajoz y Mérida.


Y, Por último, Burguillos del Cerro.
Lugar sumamente interesante que bien merece un capítulo por separado.
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